- VINDICTA BENDITA - CAPITULO I



Realmente es bella se repetía constantemente tratando de engañar a su racionalidad mientras tomaba un vaso lleno de Glenfiddich con hielo. Al terminar tan largo trago concluyó que era divinamente hermosa. Levantó su mirada y sintió un ligero mareo, un simple mareo de amor. Esos ojos eran los más hermosos y verdes que jamás había visto. Ella le sonrío abiertamente, con unos dientes tan blancos que el pensó que podían ser los de una virgen. Le dominó un incontenible deseo de orinar al aire libre, salió del bar, y mientras miraba al firmamento, con el debido cuidado para no mojarse los zapatos, disfrutó del sonido que produce el líquido contra el pavimento; el mismo solitario placer del Cro-Magnon. Se arregló despreocupadamente el cabello y volvió a entrar, esos verdes ojos seguían allí, mirándolo...¡A él! Los labios dibujaron una sonrisa sin enseñar los dientes. Por Dios no otro divorcio, pensó, mientras un fuerte impulso lo lanzó hacia el lugar donde ella estaba. Así de jodido es el amor, por lo menos esta clase de amor en el que se involucra el color de los ojos y se relaciona a los dientes con la virginidad,.
-Permítame invitarle a un trago.
-Gracias- respondió ella mientras le señalaba la silla con un gesto de su boca.
Él la examinó rápidamente de pies a cabeza y comprendió que se había equivocado; los senos eran lo más hermoso que tenía aquel ángel. Parpadeó rápidamente, sintió la curiosidad de lo que sentiría al acostarse con ella. ¿De qué color tendría sus pantaletas? Se preguntó mientras ordenaba dos tragos.
- Me llamo Carlos y ¿Tú?.
- Realmente no tiene importancia, a menos que quieras imprimir mi nombre en las invitaciones para el matrimonio- su mano rozó ligeramente la de él- es sólo una pequeña broma...relájate...mi nombre es Manuela, y ese es mi verdadero nombre y para acortar una o dos preguntas, añadiré que soy soltera y que vivo sola, y...¿Tú?.
-¿Yo?...pues, soy un ser privilegiado, disfruto de la libertad de un soltero y aprovecho de la experiencia de esos seres oprimidos por el más antinatural de todos los estados que humanamente te puedas imaginar: el matrimonio. –Miró al cielo como pidiendo permiso para continuar. –Soy divorciado, o si tú prefieres un hombre de mundo que cometió un pequeño error propio de la juventud. Por otro lado es de suponer que vivo solo, mis ideas apestan para mucha gente, aparte de que soy un solitario empedernido. –Tomó un trago y miró fijamente aquellos grandes y bien formados senos, se sintió hipnotizado; de pronto recordó el terrible desorden reinante en su departamento, pero ella vivía sola y eso le hizo respirar más tranquilamente; pues sería en el de ella.
- Parecería que es mi día de suerte, encontrarme con un hombre disponible y experimentado no es cosa de todos los días y mucho menos uno dispuesto a llevarme a la cama. Sonrió con sus hermosos dientes por delante, él también trató de sonreír pero en realidad fue una mueca de perro con sarna en las nalgas. –El único problema es que nunca antes he tenido una experiencia, pero creo que tú eres el adecuado- volvió a sonreír, esta vez mordiéndose el labio inferior.
- Bueno...no es necesario que te burles de mí, yo pretendía invitarte un trago y disfrutar por unos minutos de tu conversación, te pido mil disculpas si te ofendí –parecía que estaba confesándose y mostraba una disponibilidad franciscana para cumplir la penitencia. -Mira, yo también soy virgen y no es razón para avergonzarse, eso es un estado del corazón, una disponibilidad del alma, nada que ver con lo material.
Se miraron fijamente. Me cree un imbécil...ella es tan virgen como mi bolsillo, pensó, mientras bebía el resto del trago de un sorbo y levantaba la otra mano triunfalmente para pedir otra rueda de tragos.
- La verdad es que me siento decepcionada, te juzgué como un hombre de decisiones arriesgadas y prácticas, por un momento pensé que me arrastrarías hasta tu departamento o al parqueadero, me besarías y te aprovecharías de mí, pero me das un discurso de los problemas del corazón y por lo visto piensas conversar toda la noche, al son de unos tragos, del tema favorito de los borrachos: la miseria humana. Pienso que no son sólo tus ideas las que apestan, también es tu estúpida pose de macho impotente.
Ella hizo el intento de levantarse, más que eso, fingió partir. Sus ojos se curvaron hasta que adquirieron una dolorosa posición; era un martirio en verde, una mujer tentando al destino. El...se levantó nervioso, tan rápidamente como si de la velocidad dependiese su vida. Realmente es bella, pensó y tomó su mano tan suavemente que por un instante se sintió como un niño buscando protección en su madre.
-¿Deseas bailar?- preguntó firmemente mientras la obligaba a levantarse a la pista.
-Sí, me encanta el baile, realmente me encanta. Respondió, mientras sus ojos volvían a la normalidad.
Bailar era la especialidad de los dos, tan apretados que por momentos parecía que se iban a sofocar el uno al otro, bailaron de todo y cuando terminaron parecían viejos amigos, sonriendo, jugando con las manos. Se veían ridículamente enamorados. En fin, el lenguaje del cuerpo es más propicio para el amor que las torpes y enredadas palabras. Dejaron caer bruscamente sus traseros en la silla y se miraron como dos niños con hambre, él extendió sus manos y tomó las de ella, eran cuatro manos sudadas tratando de enredarse, en una forma tan sensual que ella se mordió lentamente el labio inferior y él apretó sus piernas: estaba a punto de mojarse. Se fue y volvió.
- Tú sabías que a las mujeres nos gusta salir con hombres que tienen fama de mujeriegos, es preferible uno menos agraciado pero que nos hace sonrojar, a aquellos que despiertan comentarios sobre su hermosura. El uno despierta miedo y el otro ternura.
- Y yo, ¿a cuál pertenezco?
-¿Tú?...a los que se ponen rojos cuando la mujer que les acompaña llama la atención de todos los hombres. Piensan que es una puta, prefieren una fea a pensar que están haciendo el ridículo.
- Pero tú no eres ninguna fea.
- Claro que no...pero si soy una ...¡Puta!
El silencio invadió la mesa mientras la música sonaba en el ambiente:
"Si quiere usted sentir algo sin igual
venga para el trópico yo le haré
reír y gozar sin igual..."
- Eres realmente una mujer desconcertante, ahora resulta que ya no soy tu primera experiencia –por un momento se le humedecieron los ojos, pegajosamente pasó la lengua sobre sus labios para contener las lágrimas en su sitio- de todos modos eso no es importante, lo importante es que compaginemos, que tú desees estar conmigo y yo...¿qué puedo decir?...solamente que quiero...amarte con locura.
- Yo también quiero amarte y que me ames, quiero entregarme a ti. Tú eres el primer hombre que me gusta tanto y en ese sentido tú serás mi primera experiencia.
- Nos vamos a tu departamento- sugirió él con tono firme pero sin disimular la prisa.
- Mejor vamos al tuyo, la verdad es que no vivo sola, vivo con mis padres.
Mientras pagaba la cuenta, no sabía qué pensar, se sentía un poco desorientado, pero con la esperanza de que lo de puta fuera verdad. Puta o virgen o puta virgen que más da, pensó mientras ella sonreía y se sonrojaba. La música seguía a todo volumen:
"Bella y mía...solo mía
fría y bella...muy bella
muy mía...te amo como a nadie
tomémonos un trago uno y otro
hagamos el amor una y otra vez
hasta completar mil..."
Entrar a aquel departamento era como entrar a un hospital geriátrico, olía a deshecho humano, a ingratitud, a desesperación; y ella lo percibió, pero era muy tarde para arrepentimientos, su carne estaba encendida, su recato había quedado atrás de la puerta. Miró a su alrededor y pensó lo absurdo de entregarse a un hombre de quien ni siquiera recordaba su nombre, absurdo para la racionalidad, hermoso para el corazón, pensó tratando de justificar su presencia en un lugar con olor a pecado. ¡Definitivamente excitante! Para mañana todo será un hermoso recuerdo, se repitió en la mente, perdonándose de antemano. Se acercó al equipo de sonido y puso un disco, moviéndose como si estuviera absolutamente solo. La música comenzó a sonar.
- Este es Tomaso Albinoni. ¿Sabes el nombre de esta composición?
- No- contestó ella con completo desinterés.
- Adagio g-moll. ¿Sabes en qué año fue escrita?
- No, ni me interesa, estoy aquí para que me ames y no para recibir una clase de música clásica o como se llame. Dijo mientras se pintaba los labios y se sentaba cómodamente.
-¡IGNORANTE!- gritó -cómo piensas que pueda acostarme con una mujer que ni siquiera sabe quién es Albinoni- realizó un gesto de chimpancé macho y aplaudió con franca intención de intimidarla.
- Perdóname pero esa no es la forma de...
- Tratar a una mujerzuela –lo dijo tan fuerte que le dolió la garganta.
Rápidamente se aflojó el cinturón y se desabrochó la bragueta y de un violento movimiento se bajó los pantalones y calzoncillos hasta los tobillos.
-¿Sabes qué es esto?...a lo mejor no, pero sí sabes qué hacer con él...¿Verdad?. –Se lo tomó con sus dos manos y se rió como un anacoreta que acaba de encontrarse con su super-yo.
Sintió un inmenso deseo de correr, se vio fuera del departamento, pero tropezó con él. Eran unos brazos fuertes que la abrazaron firmemente hasta dejarla sin aliento. Un beso apasionadamente sucio selló su boca. El murmuró que la amaba y ella contestó entre lágrimas que también le amaba. Unas manos gigantescas llenas de fuerza y maña enredaron su cuerpo y la obligaron a ponerse de rodillas......Tomaso Albinoni es realmente único y su Adagio...¡FANTASTICO!...Yo, tú, él, ella, el yo y el ello sometidos a la influencia del dios Eros.
-¡Desnúdate! o ¿cobras por adelantado? -Decía nuestro amigo mientras le ayudaba a ponerse de pie frente a él.
- Lo que estoy haciendo, lo hago por sentimientos, por favor te pido que...
-¿Qué?...que te pague. –Sacó unos cuantos billetes y se los puso dentro del sostén.
Ella lloró tímidamente, con dignidad, mas sintió un placer nunca antes descubierto al sentir el roce del dinero con su piel. Decidió seguirle el juego aunque sabía que estaba en un límite peligroso; un callejón sin salida y sin retorno.
- Faltan algunos billetes -comentó, mientras se desabrochaba la blusa y sonreía de una forma satánica o enamorada, de cualquier manera estúpida.
- Sí, por supuesto, pero primero repitamos a Albinoni.
Y esta vez los dos completamente desnudos disfrutaron, más allá del placer, toda la noche de un espléndido concierto de cuerdas. El se durmió y ella lloró hasta el amanecer, sabía que no era ella, era otra. Sintió un arrebato dentro de su alma, una rebeldía que le obligaba a huir de aquel lugar, presintió que una cadena de desconocidos comenzaba, volvió a llorar y murmuró una y otra vez: No existe, no existe, no existe...¡El pecado!
El sol cumplió con su eterna trayectoria y alumbró a través de las ventanas. La repugnancia inundó la habitación, sintió que su cuerpo estaba sucio, su alma desolada y su corazón adolorido; todo por culpa de la prevaricación del cuerpo. El espíritu seguía inmaculadamente invisible. Recordó que era domingo y tenía que ir a misa con su familia, -rezaré con mucha fe y alcanzaré el perdón de Dios- pensó. Su mente se ofuscó y mientras trataba de rezar sin rozar el cuerpo desnudo tendido a su lado, murmuró repetidas veces: me vengaré de él y de Albinoni. Los tres Avemarías le librarían de morir en pecado mortal. Por supuesto que él dormía plácidamente.
Una larga ducha hace sentir a cualquier humano purificado de toda suciedad hasta de aquellos sucios y bien sudados pecadillos de la carne fácilmente perdonables. Allí, parada frente a la cama lucía tan insignificante como una bella y frágil mariposa a punto de volar, pensó que debía matarlo. Lo odiaba tanto, que dudó si era amor o locura. Por lo lastimero que resultaba aquel sentimiento tenía que ser desamor, sí, un rencor de mujer, una herida de amor recientemente abierta. Tal vez te ame, quizás te extrañe, pero me las cobraré –pensó casi en voz alta, - tan alta que el señor de la casa se despertó con movimientos lentos, como de león mofletudo, se incorporó, tenía un terrible sabor a placer en la boca que le obligó a sonreír. La energía hostil se le había desvanecido; muda por el momento pero poderosa. El Eros se mostraba agotado; con mucha dignidad por supuesto como corresponde a todo un dios.
- Estás hermosa, limpia y radiante como un sol. Tan hermosa que estoy celoso.
- No, por Dios nada de celos. Con ese pretexto terminarías agrediéndome físicamente.
-¿De dónde sacas esas ideas?
- Los hombres celosos pegan a las mujeres para demostrar su sensualismo, su amor, su fuerza y dominio...¿o no?.
-¡No!...los celos son una sentencia de amor, un veredicto a la belleza perfecta.
Ella dio un paso hacia atrás, presintió que aquel ser, con apariencia de hombre, la consideraba intolerable y bella, sonrió evitando la conversación. El estiró la mano con la misma intención que tuvo el padre Adán a las nueve de la mañana del día siguiente del suceso aquel de la manzana.
- Serías tan amable de levantarte y llevarme a casa, tengo que ir a misa con mi familia, en recompensa te prepararé un suculento desayuno mientras te duchas.
-¿A misa?
No hubo respuesta. Ella salió rumbo a la cocina y él hacia el baño purificador. Mientras se enjabonaba pensaba en las cosas realmente hermosas de la vida. Se enjabonó una y otra vez, eran treinta y cinco mujeres, todas tan frescas en la memoria, todas tan exquisitas, tan delicadas, cifra ridícula frente al impresionante récord del rey Salomón: sabio varón aquel, tan versificado Rey. Se enjabonó una vez por cada una de ellas una y otra vez hasta que le dio asco pensar. El desayuno estaría delicioso, el olor había invadido sus sentidos y despertado su apetito.
-¡Se quema! Algo se quema -gritó sin obtener respuesta alguna.
Corrió hacia la cocina para encontrarse con una terrible humareda que salía del horno. Ahí estaba la docena de huevos, que había comprado para la semana, todos estrellados y quemados sobre una masa negra que alguna vez fue un disco.
-¡Loca de mierda!... quemó al indefenso de Albinoni.
Se apresuró hacia el balcón para poder alcanzarla, aunque sea con la vista. Junto al equipo de sonido sobre la alfombra yacía, arrancado de cuajo y agonizante, el brazo del tocadiscos. Gracias a Dios el compact se salvó.
-¡Ha destruido los medios mas no los sentimientos! – dijo con melancolía, casi llorando –después de todo Albinoni fue culpable... pero el tocadiscos...
Salió al balcón y miró a la calle, allí estaba ella a punto de subirse a un taxi. Se miraron, ella sonrió como una virgen y él se sintió ligeramente mareado,- el mismo mareo de ayer.- pensó. No pudo contener su excitabilidad y gritó.
-¡MANUELA TE AMO TE AMOOOO AAAAAAAMMAMOOOR MIAAAAAAAMOOOOOO AMOR!
Ella subió al taxi mientras hacía sonreír a su cuerpo y a su espíritu, una venganza de amor siempre es beneficiosa para los males del corazón.
Nunca olvidaría aquel estúpido simio, gritándole desde un balcón que la amaba, mientras blandía su desnudez al mundo; y mucho menos a los desesperados gritos del cerebral Albinoni condenado al infierno por ser alcahuete de la complacencia de una pobre, desesperada e inocente mujer.
- Señor taxista apúrese que me atraso a misa a rogar por una vindicta bendita ¡Amén!
-¿Una qué?
-¡Vindicta!...¡IGNORANTE!

- CAPITULO II



-¿Y qué?
-¿De qué?
- De tu idiotez.
-¿De la mía?
- Sí, de la tuya
- Y de la tuya ...¿Qué?
-¡Ah! ... La mía, la pobre está anestesiada por el anonimato; por el deseo insostenible de ser un ser bueno, como un buey... manso; huraña, intangible a la chusma...sin solución. ¿Y tú?
-¡Yo! ¡Me quebré! La percepción se me quedó en la mente estática, es solo una idea. Un odio sin importancia, pequeño, no te puede dañar. ¿Cómo extirparte de mi mente?
-¡Suicídate!
- Tú, eres una magdalena infanticida. Para qué apurarse, este mundo es estrecho pero justo: te eliminará a su debido tiempo, desaprobará tu vejez. Tus carnes comenzarán a vociferar, terminarán con tus aires de sobriedad, el último día se te despertará la gula y los otros seis. Tu infecundidad te protegerá ante el castigo final, ¡tu idiotez será sólo tuya! ¡no tendrás hijos!...buey manso no dejes para el último día tu rebeldía; eres en realidad un ser mitológico juzgado de antemano en los archivos de lo eterno, justifica tu existencia...¡Vive imbécil!
- No insultes.
- Incitarte a vivir no puede ser considerado un insulto.
- Está bien, no te suicides, pero trátame con respeto, con una pizca de humanidad, de hipocresía. Tu amante, solo tuya.....tu amante: la intelectual, la anormal...maniática sexual. ¡Te amo!
- La lujuria, la pasión mágica no es amor. El adulterio...quema el alma o al menos las entrañas. Tétrica realidad: una fina tortura al sentimiento. ¿Por qué no he de arrancarte de mi vida? Olvidarte, abandonarte...Pobre mía, padeces de un mal incurable: de una belleza esclavizante. Soy adicto a tu mal, sí eres anormal...loca insaciable. ¡Te amo!
-¿Qué más?
-¿De qué?
- De ti, tu trabajo...¿Está todo bien?
- Me araña el sueño ese ascenso que no viene. Dame un beso...Diez años en el mismo sitio, postrado, caminando compasivamente, repartiendo sonrisas de amor, con fama de buena gente, trabajador, soy un genio extravagante, vivo de sus sonrisas y alabanzas. ¡Excelente! ¡Fabuloso! ¡Genial!¡Qué idea! Se reserva el derecho de hacerme sentir libre, a veces me recuerda que soy humano, ahí es cuando lo odio más: corta mi imaginación, usa su fina sutileza para decirme que como hombre soy su subalterno, que como Dios no existo. Es un monstruo abominable. Me ha pedido un informe para mañana a las nueve; cien páginas sobre un tema sin solución; la salvación de todos los males de la Patria ; la cura de un mal endémico; que cambie completamente la historia, que los padres de la independencia se muevan en sus tumbas; me ha pedido que me convierta en un creador: en un ser acrisolado ¡Todos los creadores son irresponsables! ¿Verdad?..."Una solución realista a la deuda externa y sus consecuencias sociales" ese es un título para mañana a las nueve ...Odio ser el segundo director, igual si fuera el primero, me odiaría yo mismo si fuera el ministro; no tiene importancia, me basta con deleitarme en la no-existencia de lo perfecto, porque lo perfecto no es humano ¿Verdad?...Y yo creo que soy humano. Señor ministro lamento comunicarle que el informe no fue creado, eso, su excelencia, es una ¡mierda! Que no tiene solución. Le pido por lo más sagrado que no me involucre en los problemas sociales, yo existo fuera de ellos. ¡Que paguen los que se endeudaron! Que ya están muertos dice usted, pues que rematen sus cadáveres, que les saquen las muelas y los puentes de oro; que los fundan junto con las armas y las gordas chequeras internacionales; los pesen y los envíen a los acreedores; discúlpeme usted, pero no puedo pensar sobre algo exiguo. Le invito a deleitarse con la dicha de todos los ciudadanos: amémonos como nos manda la Biblia; seamos justos con nosotros mismos ¿Está de acuerdo?...Lo sabía señor, siempre lo supe, usted es un ser pecador que nos engaña a todos, usted ya tiene la fórmula: nombrarme primer consejero y déjame solucionar un problema de simple eufemismo; le felicito, realmente usted ha sido privilegiado con una inteligencia superior ¡Admirable! Ya vez así va mi trabajo, y el tuyo ¡Cómo va?
- Bien, pero cuéntame más de ti.
-¿De qué?
-¿No tienes nada más que contarme?
- No, me molesta tu insistencia....¿Qué pasa?
- Nada sólo que quiero saber todo de ti....¡Mísera existencia!...Lucero variable....¡Mentiroso!...Traidor.
-¿Qué de qué?
- Me contaron que te vieron con una hermosa mujer de ojos verdes... despreciables ojos verdes...ya entiendes...¿Verdad?
- En eso, mi amor, no hay nada de malo, era una amiga, únicamente una buena amiga. Tú en cambio, eres mi amor, por qué amargarnos con la duda de la infidelidad. Somos dos seres entregados al más noble de los sentimientos. Somos los dos últimos amantes sobre la tierra; eres mi soberana: reina de los sentimientos de mi corazón; mi ilusión de hombre maduro. Te amo...Bésame....
- Noo..¡Que te parta un rayo por mentiroso!...Vil cornúpeta..
- Por favor, los cuernos le salen al que se los ponen, no al que se los pone...
- Cínico...rumiante ¡Cornudo!...Yo te engaño desde hace mucho tiempo...ves...Tú tienes cuernos desde antes que yo...mucho más grandes y adornados...Tu ex esposa, yo, la de anoche, tu alma también te engaña y tú ni siquiera lo sabes. Naciste para ser engañado, en el fondo te gusta que te lo hagan. Tú sabes el nombre para esos hombres...¿Sí?...o te lo recuerdo.
- Imposible, por favor te...
-¡Yaaa!...¡Te callas!...Me crees una estúpida ¿verdad?, no ha olvidado tus sucias tretas: primero un discurso de moral y luego a relucir tus aberraciones sexuales, tu perversión...la pusiste a rezar de rodillas ¿Si?...Ves, todavía lo tengo presente, la primera noche contigo, violenta y deprimente con aquella música de funeral, parecía un entierro y luego mi estupidez me esclavizó; pensé que te amaba pero ahora estoy clara: no es cierto, me engañas. Tengo que reconocer que te consideraba un estúpido amante, perdón un excelente objeto sexual, pero he descubierto otro hombre de mejor físico...Te extraña...Sí es perfecto, mucho más joven y varonil, ocho veces sin sacar, tú ni dos...Tu récord, una con mucho esfuerzo. Sí, estaba buscando un pretexto para terminar con nuestra fétida historia de amor y tú me la has facilitado.
- Pero...
-¡No!...No hay peros, todavía no he terminado. Me cansé de tus visitas los domingos a las seis justo a la hora del té, mi jefe no se fija en mí, mañana es lunes y tengo que presentarme con soluciones, la Patria me necesita; y de tus depresiones suicidas mejor ni hablar. A ratos he sentido un mal aliento de tu boca, sí, eso es terrible por eso es que últimamente abrevio los preliminares, he sentido un pequeño asco; ligero pero molesto, tu maldito snobismo. Son tus muelas podridas, tus entrañas agujereadas que dejan escapar el mal olor. Sí me cansé de tu visita de los martes, porque tú vienes solo domingos y martes, los martes largos y aburridos. Soy abnegada merezco el cielo, te subes sobre mí con la misma prepotencia de un jinete de competencia, movimientos bruscos, gemidos de idiota, luego el cigarrillo y te vas, regresas el domingo y después el martes y así..¡No más! ¡No! Los sábados te instalas en ese café..330, así es como se llama, sí, política pura política, reunión de hombres solos, hombres aburridos, la política es prohibida para las delicadas mujeres, no se ve del todo bien, no es de muchachas decentes, mentiroso vas a levantar mujeres desprevenidas, muchachas de sociedad según tu balanza; todas lo hacemos, bueno, entre los treinta y los cuarenta, primero tenemos asco y después ya damos asco, pero en esos diez años nos damos gusto...¿verdad? Te desprecio y quiero que te marches con tu frágil muchachita casadera de ojos verdes y de buena cuna. ¡Vete de aquí tímido animal!
- Me sorprende tu elocuencia impulsiva y punzante. Tu problema no es el amor, es la felicidad y según tu última novela nada tienen que ver lo uno con lo otro. Tú te has hastiado de mí. Mi dulce escritora, mi compañera, tú eres mi compañera la perfecta amante. Sí, perfecta. No necesitamos estas escenas propias de un largo y aburrido matrimonio, no nos une un título firmado delante de toda una sociedad que ríe entre sus manos de los males comunes; sin títulos no hay saturaciones, no habría amantes, no existiríamos, dos de ellos, solo dos más de ellos. No necesitamos un divorcio, no necesitas suspirar de puro alivio; ¡ah! Un suspiro después de un vulgar desahogo natural, el divorcio es un desahogo y el matrimonio, vulgar. No, no necesitamos más que decir: esto no cuaja, adiós mi amor. Dejemos las vulgaridades. Solo los pobres y los estúpidos y uno que otro "very rich" se dan el lujo de aparecer vulgares. Despojémonos de nuestro egoísmo, somos dos aves libres ¡Volemos a otro nido! Nuevas y frescas ilusiones. Lo nuevo es bello, la carne fresca, nada como alguien nuevo. Ya te has dado cuenta que nuestros últimos besos son más ruidosos, los labios juntos hacia fuera y un gran ruido sin pasión, los primeros eran submarinos profundos sucios y succionadores, esto, mi amor, tiene solución: me voy y listo...Te amo.
El salió con paso super fino y ella se quedó con su mística sonrisa de demente, titubeó por un momento y tiró la puerta. Los esquizofrénicos días del mes le habían llegado puntualmente. Sus ojos húmedos estaban más verdes que nunca. Si existe un Dios que Él se encargue de castigarle, pensó con la parte herida y sangrante de su corazoncito. ¡Ah!, en aquellos días la humanidad siempre ha perdido sus más grandes e importantes batallas. El distintivo femenino en su máxima expresión.
- Llegó la visita. –Gritó su alma o sus tripas, ese algo que lleva ahí dentro y que a veces le recuerda que todavía existe.
Mi estupidez es mayúscula, mis celos me traicionaron, yo sé que le gustan los ojos verdes tanto como a mí la mermelada de naranja, yo solo sospeché que se había acostado con otra, yo solo tenté a la verdad, yo no sabía nada, mentí nadie lo vio. Yo le amo, estos hombres infieles son persistentes, de hecho unos genios en el arte de la conquista. Sí, te amo. Cómo se podría pedir a un toro de lidia que no muera en la arena. Cómo puedo pretender que se fije solo en mí, que me haga el amor solo a mí, cómo contener tremenda vitalidad de amante. Me descuidé y la celé con un fantasma, luego resultó que era verdad. No tiene importancia, lo amo. Ahora no tiene remedio, lo delaté, siempre fui discreta, nunca pensé en voz alta, Dios mío estos días son terribles, mi cuerpo se vuelve indócil. Ya sé lo que pasó: en estos días rechazo mi cuerpo como una reacción de auto-castigo al no poder satisfacer decorosamente sus necesidades masculinas; ahí está la explicación a mi estúpido comportamiento; ahora ya no tiene importancia, él se marchó, se asustó con mi desorientada necesidad de poseerlo con la seguridad de una mujer casada. No importa la traición, lo que me molesta es esa libertad para hacerlo, eso no pasa en el matrimonio; al menos yo siempre me sentí culpable o lo intentaba, de cualquier manera mi esposo me abandonó, pero ese abandono fue por culpa de mi esterilidad, yo siempre creí que el estéril era él y traté de demostrárselo al tratar de embarazarme de otro hombre, nunca lo conseguí; por lo menos saqué en claro que la infértil en verdad era yo y que mi frigidez no era generalizada con todos los hombres. Ahora me gusta la libertad, eso no quiere que no lo ame, al contrario lo adoro. Sí, se fue, no importa. ¡Viva la libertad! ¡Mil veces amada! ¡Mil veces liberada! ¡Otra vez libre! ¡Otro hombre! ¡Otro amor otro amo!
Lloró con la cara hundida en la almohada hasta que se durmió, pensó que moriría de muerte natural, ya que de amor no sería. Se dejó envolver en el mundo de sus novelas, de sus libros. Eso era lo que en realidad le importaba, ese era su verdadero mundo, lo demás era circunstancia no existía si ella así lo quería. El no volvería nunca más, sola con sus cuentos de in-Dios vagos, sola con su demencia de libertad, sola con sus suicidios consecutivos y progresivos. Ella frente a su imagen, rompiendo los espejos del mundo, destruyendo su insignificante imagen humana, ella y sus pastillas para los nervios, para descansar, para cerrar los ojos, para ya no pensar, para no amar, para vivir en paz. Los dulces que de niña le llenaban la boca, le provocaban dolor de estómago, le manchaban la cara, eran pequeños de colores como estas pastillas. La mano llena de estos dioses que quitan los sufrimientos de los humanos. Todos a una vez dentro de la boca representando un beso de despedida, apasionado beso con ella misma. Su último dolor de estómago. Sin amor, con una terrible soledad, una incomodidad tragar todas ellas a la vez sin un sorbo de agua, dolorosa experiencia, la próxima vez lo haría con un vaso de leche para evitar el sabor amargo, la acidez. Una oración final, un arrepentimiento de sus únicos pecados, todos de ellos de orden sexual, todos aquellos a causa del único y verdadero amor que conoció: sucio y apasionado por lo tanto humano. Su última posición: de rodillas, boca arriba, boca abajo, de lado, todas muy vulgares para compaginar con su belleza, tomando un baño. Sí, un baño purificador.
Una corta y fría carta de despedida: Adiós, te amo mucho mi adorado Carlos. El culpable no eres tú, son mis lánguidos ojos verdes y mi alergia a las sábanas blancas. Tuya, sólo tuya, tu último amor, tu Estela María. Me olvidaba del canario, cuídalo por favor, él merece vivir y tú también mi amor. Ahora si me despido...Adiós, me voy con un a-Dios indolente y descastado.

- CAPITULO III



Las fiestas de los humanos son de lo más ridículas. Los seres que no asistimos a esas reuniones, tengo que admitirlo, somos menos humanos menos perfectos, por supuesto. En cambio nada como un suero de vida inyectado lentamente por una mujer en un dormitorio con vidrios amplios, con una música lejana que viene del subsuelo, ella sin nombre, yo asustado, ella complaciente. ¿Cuánto vale? no tiene precio, no importa. Sí, la verdad es esa, mejor que todo o nada es un rato eterno de amor, con ella una sola vez, una sola vez con todas las demás, así se evita el enamorarse, el estar con la mirada dislocada, el trabajo descuidado, sufre un poco el bolsillo pero el alma queda intacta. La soledad me aulla en el cerebro. Estela María en el hospital, mi vida llena de estúpidas aventuras, llena de nada. El amor no existe en mi corazón, existe en mi pipi. El canario cagándose fuera de la jaula, maldito canario apesta a gallinazo.
- Mi vida...¿quiere más?
- Sí,...quiero más...vida..
-¿En qué piensa corazón?
- En una fiesta que tengo que asistir
- Me llevas, ¿verdad?
- Puta...loca....muéveteeee.....y cállate
La música se filtraba a través de las paredes y reventaba en su cerebro, un cuerpo sobre otro, como un sanduche de carne efervescente, sus pulmones se contrajeron y su garganta se expandió, involuntariamente por supuesto, se oyó un grito desde ese y desde todos los prostíbulos del mundo; es el gallo madrugador, pensó, toda la humanidad de aquel desesperado grito de placer.

- CAPITULO IV


Los pasillos de los hospitales siempre me dieron miedo, son como los espejos, al final de ellos uno se encuentra solo con uno mismo. El olor es a muerte y las enfermeras parecen novicias del mal, siempre con algo doloroso entre las manos y sus nalgas llenas de vida en el lugar menos indicado. Visitar enfermos es una obligación, mucho más si es que somos culpables de sus males y aburrimientos. Ella y su idea fija de amarme como si fuera lo último en su vida, ella y sus novelas incompletas, sus pastillas...yo una más de ellas. Aquí una vez más para decirle que la amo, con cara alegre y divertida, que me perdone, no quise presionarla hasta ese límite, decirle que no me importa, que es bella, si es verdad, eso es la más pura verdad ¡Es muy bella! Me necesita y me gusta sentirme necesitado. Y qué importa que me ame, al final es un sentimiento inofensivo, la pobrecita...ella es la que me ama y...yo a veces también la amo, no importa...sí, le diré que es muy pero muy bella y que la amo y que eso la convierte en un ser muy pero muy amado.
Llegó al final del pasillo y sintió que un gas se le escapaba lenta y silenciosamente, abrió la puerta y entró decidido a convencer a una moribunda mujer que vale la pena vivir, para morirse existe todo el tiempo del mundo, mas para vivir, solo éste segundo. Se remojó rápidamente los labios y puso sus ojos más brillantes.
Ahí estaba ella completamente desnuda sobre la cama recostada sobre dos almohadones, todo lo que tenía que estar estaba: blanco, rojo, parado, duro, dispuesto, blando, húmedo, todo con vida. Una belleza sonreída. A su lado un hombre tembloroso, trataba de soltar rápidamente de sus manos los senos de ella y de sus labios se desprendía una dolorosa sonrisa de placer y sorpresa.
Y él...parado estúpidamente en la puerta con su nombre en la frente, Carlos María de Las Mercedes Juan de Dios Fernández Descubridor Manucci Tirador, mirando el verdadero significado de la vida. Su traje se arrugó y el brillo de sus zapatos Bally desapareció, avanzó ofuscadamente hacia la mesa de noche y colocó ruidosamente la botella de vino sobre ella, "Blanc de Blancs" cosecha 74. Ella seguía desnuda y el hombre no podía desprender sus manos de aquellos pegajosos senos.
¿A quién se le ocurre traer una botella de vino, a una enferma al hospital?-Decía ella mientras abría ligeramente sus piernas como un involuntario reflejo al ver el vino.
- Y ¿a quién se le hubiera ocurrido hacer el amor con otro hombre que no fuera yo...y en el hospital?...¿Las puertas no tienen seguro?
Salió rápidamente del cuarto, ella sonrió mirando el vino y el hombre volvió a lo suyo. Los parlantes anunciaron insistentemente: "Doctor Huirckson a emergencia por favor". Por supuesto no hubo respuesta el doctor Huirckson era el hombre, y para entonces no eran solamente sus manos las que no podía desprender.
Esa noche murió despiadadamente un lindo canario en las manos de un hombre celoso. Vindicta, vindicta!!!!!!! todo está consumado, por la infidelidad de las infidelidades, la más grande de todos los siglos, la Divina, la única, la más irónica. Amémonos en el pecado original. Por los siglos de los siglos....

- CASI DEL TODO FIEL

Meditación a las once p.m. Con caminar tímido me acerqué hacia el filo mismo de mi ser. Medité tres segundos...resbalé, no...,me empujó. Quise regresar al filo, no pude, poco a poco sentí su presencia, como frío de páramo: bullicioso, alegre y helado; mortal para los desprevenidos. Conversamos de todo, de nada, sobre todo de nada. Cada frase suya cortaba mi racionalidad en menudos pedazos; cortes perfectos sin hemorragias, sin dolor. Sus palabras sonaban en el lento silencio que me rodeaba. Como un desfile militar; sus gritos irritaban mis oídos. Mujer con chillona mediocridad, aturdió la ignorante tranquilidad enraizada en mí egoísmo. No terminó su labor, nunca podrá decir que acabó conmigo, siempre pensará que triunfó. Yo siempre sonreiré como loco, como esos que se creen dueños absolutos de ellos mismos.
Eso fue ayer. Hoy, estoy corriendo por un túnel sintiendo metro a metro el esfuerzo persistente de mis músculos, el golpe sistemático de mi máquina, y el agudo sonido, doloroso de su vida. Tiene cuerpo de mujer pero sé que es casi mi "yo". Camina hacia el sur o hacia el norte, siempre hacia el otro lado. Me mira con temor, no dice nada, medita mucho. Su piel se ha secado y sus manos han crecido; la juventud nunca vino. Siempre hacia el otro lado. No es vieja, es un ser envejeciente. Yo apenas alcancé a ser hombre, todavía no comprendo si es que vivo, y ella atrevidamente ha concluido que me ama.
Es su sueño, su vida. No me estorba que me ame, pero que no me explique sus dolores; que no finja su parto día a día. Yo estoy corriendo por un túnel, naciendo de mí mismo. Que no me hable de un amor, que no lo entiendo. Estoy vivo aunque con un poco de olvido; he perdido un sentido.
Ese mosco me molesta. Vuela con embriagados arrebatos; extravagante figura para ser un simple insecto.
Dormiré por un momento aunque deje de ser una criatura prevenida. No podré dar razón de lo que ocurre, entonces podrá actuar sobre mi ser. Viene el mismo dueño de esos últimos días: tu figura desnuda, las niñas con cara de tontas y cuellos rígidos, su inoportuno discurso de profesora de moral. El mosco embriagado y extravagante se posó sobre la tela. Definitivamente es un mosco de mierda.
Espero que mañana no me hables de eliminar ciertas objeciones a priori ó de tu estado de disponibilidad, ó de tu experiencia ó de tus sentimientos; que no hable de nada. Mucho cuento para no más de un polvo. Ahora sí que me duermo.
La hora del té en el Mai Tai. A esta hora los moscos, por lo general, desaparecen o al menos no se les puede ver, éste para colmo es de colores chocantes y da vueltas como acróbata de circo; está listo para servirse el té.
Nos sentamos en la barra, no había libre un lugar más discreto, ordenamos: un té de mango para mí, y uno de flores de limón con sutiles perfumes de jardín para ella, y un quishe de cangrejo.
-Los hombres de verdad no comemos ninguna clase de quishe comenté con voz más ronca de lo normal (ronquísima).
-¿Y qué es lo que los hombres de verdad comen?- Preguntó casi mirando al infinito y con voz de hija de María.
-No sé... pero si sé que cualquier hombre estaría más que feliz de compartir la hora del té contigo. –Pensé que en realidad la hora no tenía la más mínima importancia, mucho menos el té.
-Cuál hora del té, tú estás en otra nota, aquí se acostumbra café en leche; con ciertas excepciones claro está.- Una observación por demás irrelevante, pensé casi en voz alta.
-Bueno, si hablas del café del desayuno, no dudes que estaría encantado no solo d compartirlo, me encantaría servírtelo...
-Yo sé, tú estarías encantado de compartir cualquier cosa, ¿verdad?
-Tienes razón, sobre todo si es en la cama.
-Por favor hablemos en serio.
El ambiente era muy artificial para ser romántico. La música de Vivaldi, concierto en "D". P.205 para flauta. El gato de la dueña estaba muy gordo, y la dueña también. Sin lugar a dudas era un gato runa. Habían una, tres o cuatro parejas tomadas de las manos y con los ojos a punto de virárseles, diez viejas con caras tan largas que parecían caricaturas de lagartos, nosotros dos, el salonero, la misma dueña con su gato y el venezolano que estaba divorciándose.
-Mira, ahí está tu amigo, el divorciado.- Mencioné inocentemente, creo.
-No es mi a-m-i-g-o, sólo mi vecino.- Me encantó la luz que sus ojos destellaron, seguramente fue la ira.
-Está bien, no te pongas así, no dije que era tu amante.
-Claro que no. Tampoco has dicho qué hacemos los dos aquí en un sitio como éste. ¿Tomando té?
-Tú aceptaste la invitación, ¿verdad?....Tú y yo somos lo suficiente grandes para comprender lo que está pasando. Ya sabes que me gustas mucho y pienso en ti todos los santos días y...
-Que quede claro que yo no te he dado ala...
-Seguro, la verdad es que no me has dado nada.- Recuerdo que puse una cara de mojigato; mi madre hubiera llorado JI-j-i-i-i-i-i-i-i-i se río el mosco.
-Si te entiendo bien, tú me estás haciendo una declaración impulsiva y agresiva. Como hombre casado que eres, me imagino que ya has pensado en los riesgos de una aventura....
-Sí, los he pensado. Pero no es que quiera tener una aventura. Me gustaría recordarte como algo importante que pasó en mi vida. – Ni yo mismo me lo creía; casi me río, pero en realidad una lágrima hubiera sido más apropiada. (snif, snif)
-Mira, si pasa algo yo sé lo que pensarías de mí...los hombres son injustos con las mujeres.- Era justo lo que esperaba, la eterna respuesta de cajón.
-Qué puedo pensar. Además solo quiero que seas mía, aunque sea por una vez. –Me sentí como tigre suelto: hambriento, ágil, toda una bestia.
-Simple, sólo eso. Mi matrimonio fue igual de simple. Pienso que eres un solemne loco, Pero no te da la altura, no seré tuya ni una sola vez. –Mentira, pensé, lo que quiere es que le tome de la mano, le escriba versos, le regale orquídeas, le hable de los sentimientos que me inspira. El tigre se convirtió en un gatito adulón; casi me oriné. No dije nada. Si se ríe el mosco, ¡lo aplasto!
Llegó el agua, el té y el mango, las flores el limón y los sutiles perfumes. Cambiaron a Vivaldi por The Eagles, Hotel California, obscureció rápidamente. La cuenta fue de algunos sucres más la propina. Nos despedimos con dos besos. No hubo más; quedó un vacío.
Nos faltó mucho por hablar: de los sentimientos, de los estados de ánimo, de nuestras fantasías, de esos y aquellos gustos. Pero si llegué a descubrir que no le agradaba Vivaldi, seguramente prefiere a Plácido Domingo, también descubrí que leyó a Alma Fuerte y que se le grabaron algunos versos. No forzamos ninguna situación. Comprendí que no pasaría nada; esto es un fracaso. Seguramente ella concluyó que es una cuestión de sentimientos y de disponibilidad. Lo que aquí hay en verdad es un mosco que jode.
Domingo a las once. Fui a misa. Por la tarde leí "El triunfo de la Política" de David Stockman; muy aburrido por cierto. Tan aburrido como tomar té, yo, tú, ella y mi mosco. El guagua se meó, se cacó o una de las dos o las dos...Yo qué sé.
Cualquier día entre las 12 AM y la 12PM. Espeluznante locura la mía: pensar que podría ser mi amante. ¡Carajo! No es el mosco; son hiperbólicos gusanos en mi cerebro...en realidad son tus senos, tus caderas, tus piernas, tu boca...¡sí! eres toda tú. Estoy a punto de explotar como volcán: apasionadamente, dolorosamente, lentamente.
Conclusión a posteriori. Moriré borracho como pavo de navidad, por amor, rígido, fiel, casi virginal. Sólo fue una estúpida ilusión, producto de un loco aburrimiento, de una larga y rutinaria modorra. Ella triunfó, admito que no soy dueño absoluto de mí mismo, ya no sonrío. La verdad, te la confieso humildemente: le soy fiel, o simplemente sufro de una crónica incapacidad para el amor. Un escorpión atrapado en su propio círculo de fuego. A tu jaula tigre maula.

- UN SUEÑO FAMILIAR: MI PADRE Y YO

La muerte. El traje de luces no le permitía sentarse cómodamente, haber vivido en él por dieciocho años no fue suficiente tiempo para que éste se estirara, algunas veces sentía un leve dolor en las arterias que le recordaba el espasmo del miedo, con mucha habilidad alargaba el cuello al mismo tiempo que aflojaba las piernas, se sentía por momentos más cómodo. Nunca pensó ser matador en el tiempo que todavía podía escoger su destino o parte de él, su ascendencia alemana lo empujaba por la carrera militar, mientras su parte ecuatoriana ejercía una frenética presión por hacer de él cualquier cosa que le permitiera vivir intensamente, profundamente, con mucho colorido. En verdad no le faltaba coraje, nunca mostró miedo por la sangre, de niño él era encargado de cortar el cuelo a las gallinas para el consomé familiar de los domingos, lo hacía con tino de cirujano. Según su padre, era por naturaleza un experto en el arte de matar. Juana, su abuela ecuatoriana siempre le resalta repetitivamente, su porte orgulloso y quijotesco, su introvertida apariencia andaluza, sus ojos brillosos con la luz del misterio. Según ella, estaba destinado a ser un hombre de arte; un torero con estilo sentido y hondo sin adornos ni dramatismos, torear sería para él, repetía la abuela, como hacer el amor con el cura; puro misticismo. La geografía donde pasó su niñez su pubertad y su juventud no le ayudó a correlacionar su concepto de la vida con su actual profesión, en medio de los Andes vio más gente quedarse preñada por pasar bajo el arco iris que toros en los ruedos, pero le sirvió el principio fundamental del quite, descubrió muy tempranamente que son dos: el uno a la muerte y el otro a la vida. A sus diecinueve años recibió su primer y único traje de luces, el que ahora lleva puesto, desde entonces ha lidiado y ha matado novecientos toros. Ayer fue su última tarde, era un animal no tan grande, rojo apocalíptico, era un toro Carriquirri de nombre Nazario, con 457 kilos, la bravura le fluía uniformemente, era un espíritu; pura vitalidad e intensidad. Presentó una pelea sicológica, simple para el público, boyante según el torero. Realizó solo seis pases: una verónica, una media verónica con mucho ritmo, una chicuelina, una gaonera, un derechazo y finalmente un natural muy largo, plegó la muleta y levantó el estoque y entregó su pecho; el toro murió y él también. Siempre concibió su muerte de esa forma aunque su secreta preferencia, cuando estaba vivo, era morir enredado entre las piernas de su madrina de primera comunión, Klara.
La necesidad de ser matador implicaba también la muerte en él pero eso no le preocupaba, ya estaba muerto, lo que le daba vuelta el cerebro era que no le había hecho el amor a Klara desde hacía una semana. Ahora lo veo incómodamente sentado frente a mí; sentado frente a su propio cadáver. Yo pensando en mí y él pensando en Klara.
La decepción. Se levantó rápidamente, como evitando una cogida, su traje de seda y oro me pareció más brilloso que el mío, se me acercó, me miró con cierto asco, me dijo que el toro no era un Carriquirri que era un negro Vistahermosa. Era una observación importante, comprendí rápidamente que un error de percepción, un simple error de comunicación causó mi muerte. Se alejó con la cabeza baja, con caminar lento entró en el callejón de las mil decepciones, fue una equivocación, corrigió su rumbo, salió a la plaza, era su primer paseíllo, su primer toro, eran sus diecinueve años, se sintió terriblemente abatido, no era lo que él esperaba de la muerte. Lidió novecientos toros más y el último Carriquirri o Vistahermosa lo volvió a matar. Sentado frente a mí lo vi llorar, me dio mucha pena, estaba más viejo. Se acercó lentamente, me miró y sonrió, me dijo que ahora estaba seguro que era un Vistahermosa y que había comprendido que no estaría con Klara nunca más. Le tenía loco, aunque muerto. El recuerdo de su desnudez, se le había metido el salvaje olor de su cuerpo y extrañaba tanto sus locas y descontroladas manifestaciones de amor como el arroz con lenteja y carne asada que ella siempre le ofrecía después de que lentamente se apaciguaba. Me había convertido en su querencia natural, yo pensaba por él, por mí mismo.
El engaño. Su cara envejecida me recordó a su padre, al mío, era un alemán-judío que emigró a Los Andes huyendo de la embestida nazi, era el único sobreviviente de siete hermanos, siempre me hablaba del olor a quemado, a miseria humana. Desde su primer razonamiento sintió mucha lástima por la gente que moría dantescamente en todas las historias que todos los días le contaba su padre. Ahora le da pavor pensar en el sufrimiento de aquella gente al haber descubierto que la muerte es repetitiva, pero le afectó más el hecho de no haber muerto de amor, expresándolo por medio del acto que él y Klara habían inventado para los dos. No quiso ponerse triste pero lloró, yo también quería llorar, creí haber descubierto una terrible realidad pero no quise comentar con él; lo vi muy triste. El principio en que habíamos basado nuestra vida, nuestra muerte, el principio del quite, era falso. El quite es material, real. La vida y la muerte eran relativas. Klara lo engañaba. El se dio cuenta de este hecho sin que yo hiciese el menor esfuerzo para explicárselo. Me miró como de costumbre, vi en sus ojos esa luz que decía la abuela. Lo vi caminar, no era porte andaluz, era un caminar firme, juvenil, bullicioso, era un viento de páramo, era una montaña gigante y fría, era un purista del arte. Tenía más casta que un toro Carriquirrri, un Jijón, un Cabrera, un Vasqueño, un Vistahermosa. Tenía la bravura fundamental de un cóndor, la fiereza y la casta de un puma, La nobleza dada por su estado mental apacible, era todo un matador. Lo vi salir a la plaza, a su primer paseíllo, su primer toro, toreó con estoicismo, quieto como un poste, a ese y a todos los demás. Llegó Nazario, me miró y comentó que yo había tenido razón, era un Carriquirri, lo dejó correr dos vueltas a la arena, concluimos que era un toro boyante, algo codicioso, pegajoso, daría una pelea espectacular, dio un tumbo. Esta vez realizó doce pasos, dos de cada uno, plegó la muleta y levantó el estoque, lo montó y se tiró a matar con el pecho adelante, el toro dobló, mientras él se levantaba ileso en esta ocasión. El quite funcionó, era uno solo, el quite del quite. Corrió a meterse en la cama, Klara lo esperaba.
La realidad. Súbitamente dejó de ser un cadáver, terminó el sueño, yo seguí frente al lugar vacío que él ocupaba, soy parte eterna del sueño, él seguirá siendo parte circunstancial de su mundo material. Se despertó despacio, abrió sus ojos con timidez, se sintió sudado, vencido por sus problemas. Recordó lejanamente el áspero sueño que acababa de tener y dudó si había terminado o estaba comenzando. Extrañó a Klara, le dolió el pecho, miró de reojo el reloj, se levantó de prisa, entró al baño, se sintió ligeramente mareado, se miró al espejo presintiendo que el reflejo quería advertirle de algo, racionalizó su impulso, pensó en lo absurdo de sus sueños y presentimientos. Le dolió el pecho, cerró los ojos, vio un inmenso toro negro embistiendo a treinta kilómetros por hora. Le dio mucha hambre. Pasó por su cuerpo un deseo intenso de amar y sentirse amado. Por última vez se sintió humano.
La enfermedad. Fue un para cardíaco, producido por una crónica y prolongada vida dice el informe médico. En realidad lo mató su propia conciencia es el decir de Klara. Yo pienso que fue ella, sí, fue Klara.

- EL PATIO DEL DRAGON

Ya me cansé de todo...de Estela María, de Klara, de ella, de ti, de mí, de esta rutinaria vida. Hoy es martes de fuego y me encuentro en "La Cour Du Dragón". La marquesa de Verneuil pasa delante de mío, se detiene y hace una veña, la perra en celo que la acompaña reconoce mi saliva y pierde su aristocrática postura, ladra y mueve frenéticamente su cola, quiere que la posea. Huyo rápidamente mientras la marquesa se toma del estómago y ríe sonoramente. Me encuentro en la "Rue Tabanne #1", un hombre que fue árbol y hoy no es nada yace en el suelo completamente desnudo, mientras un pobre emigrante que lo confunde con Dios se postra ante él, levantando los brazos al cielo y dando gracias por haberle dado la vida. El hombre árbol se enfada y se violenta contra el adorador, una dama de bien y un distinguido caballero lo sujetan para que no mate al emigrante. Yo no digo nada, al fin y al cabo yo no soy nadie: ni árbol, ni dama de bien, ni caballero, ni Dios, ni emigrante. Me parece oír ladrar a la perra entre la risa de su ama y me apresuro a la entrada 3&5 J . Martiny en cuyo portal se encuentra una hermosa mujer decapitada, que al sentir mi presencia me pide con sus manos que me acerque y que la bese. Los nervios me traicionan y pregunto dónde está la "Boutique Alour". No me responde y se vira ligeramente dejándome ver su sexo horrorosamente mutilado por los besos apasionados de los transeúntes que van camino a la Alour. Diviso el fuego en la entrada del Patio del Dragón y corro hacia allá. Una hermosa dama con vestidos largos abre la puerta y me invita a pasar a un gran salón de tumbados sumamente altos y puertas de madera negra, traída de la amazonía. Una gran lámpara con la arrogancia de un murciélago gigante cuelga del tumbado. Tres grabados gigantes de Max Ernst adornan las paredes. De pronto veo a los extraños seres que abarrotan la habitación, todos ellos con sus alas plegadas y sus manos en posición de oración, ríen con muchas ganas, seguramente de mí. Luego este irritante silencio.
En una esquina reconozco a Manuela con sus alas plegadas en punta hacia arriba, grito su nombre. Soy yo Carlos, el de Albinoni. Me mira y camina hacia mí. Un ángel rubio de uno de los grabados con traje de romano se desprende bruscamente del dibujo y cae sobre ella. Es violada y ultrajada delante de mis ojos con tanta violencia que el ángel queda agotado y tiene que ser ayudado para volver a tomar posición que le corresponde en el grabado. La recogió entre mis brazos y la recuesto en una hermosa banca ubicada bajo un lirio. Un pequeño dragón dorado se ubica a sus pies para proteger su sueño y su sexo. Está muerta...realmente muerta, asesinada por violación en "La Cour Du Dragon". Los seres ahí presentes me acusan de la muerte, un hombre con cabeza de pájaro me invita a retirarme, me inclino ligeramente y salgo de la habitación. El hombre pájaro cierra la puerta tras de mí. En las gradas casi piso una culebra.
Yo soy el asesino de Manuela de "Le Feu" en una galería parisina que no existe. Yo soy Vario Avito Basiano victimario de mujeres, asesino de Miss Cavell, el total extrañamiento del todo. Jajajajajajajajajajaja.
Hoy es de jueves negro y me despierto con la risa del gallo. El aburrimiento ha llegado a niveles insoportables, al mismo nivel que la felicidad, soy un ser completamente feliz, qué asco. Me miro largamente en el espejo y decido suicidarme. Apunto a mi nariz y disparo cinco tiros, el espejo se rompe en mil pedazos, he provocado un aborto múltiple. Sigo insoportablemente vivo. Me cansé de París y regreso a Quito a tomar té de frutas y un quishe loraine en el Mai Tai. No me queda más que hacer y decido volver a "La Cour Du Dragon" a matar nuevamente a Manuela.
Ingreso a la galería y el ángel romano se abalanza contra mí, caigo al suelo y él pesadamente encima mío. Me asesina con su pequeña espada de oro. Al mirar sus ojos lo reconozco, sí...es mi ángel de la guardia. Finalmente estoy muerto en El Patio Del Dragón. Vaya...vaya, mi cerebro es un desierto absoluto. Un coro de arcángeles me reciben cantando: "Vindicta...vindicta...bendita...vindicta". Vaya...vaya qué cosa.

- LA AGONIA

14:54 horas. El hueco en el que vivo se está achicando en estos últimos diez, cien, cuatrocientos, quinientos años. Me aprisiona cada día más, y está tan profundo que ya no se ve la luz. Húmedo y apestoso, apesta tanto que no me cabe duda que estos indios, que la gentuza infeliz de este moribundo pueblo gris, se ha olvidado que yo vivo aquí y lo ha convertido en pozo séptico. Estoy confundido. Tal vez engordaron mis carnes; o se achicó mi cerebro; o en verdad este hueco miserable no soporta más mi humanidad y me quiere hacer reventar. Pero yo no he hecho nada; no pedí nacer cholo y lampiño, blanco por fuera, indio por dentro, con marca mongólica y paladar negro. En verdad soy único y estoy solo. Tengo que calmarme, no sea que estos malditos nervios me engorden tanto que no pueda ni rascarme y no podría vivir sin rascarme, ese es el último placer que me queda. Las pulgas son la extensión de mi cuerpo, yo cuido de ellas y ellas cuidan de mí; la amistad que me dan es desinteresada, después de todo, un poco de sangre orchatada a cambio no es nada. Me chupan la sangre...y no me importa.
La última vez que estuve en la plaza, no le di importancia a la pestilencia que se impregnaba en el ambiente cada vez que el Teniente Político abría la boca. Tiene cuatro piezas dentales contando sus dos únicos colmillos; todos ellos amarillos y negros que hacen juego con sus ojos rojos y su pelo encrespado. No estoy seguro, pero creo que el colmillo derecho es tan grande como su brazo y no es de hueso ni marfil, es de palo apolillado y tiene vida propia, sí, es como rabo de perro sarnoso. La cosa es que el nauseabundo olor del Teniente Político se ha impregnado en mis entrañas, y no puedo abrir la boca sin recordar la ley, las reglas, los discursos, los consejos para recién nacidos, casaderos, viudas, moribundos, que el teniente vitalicio de este pueblo suele mencionar después de misa de once, todos los domingos, todos los años. Sí, lo mismo por más de cuatrocientos años. En cada una de mis cuarenta vidas le he escuchado decir siempre lo mismo. Los olores que ya son tantos y tienen formas, expresan alegrías, tristezas, se han vuelto saltarines, vibrantes. Son para mí lo que los colores...para los videntes. Tengo gripe.
Me demoré un segundo, un siglo, en salir de este hueco. Ahora ya no puedo, he quedado aprisionado para siempre, para toda la eternidad; hasta que la tierra se abra, se una con el cielo y me devuelva la libertad. Cuando niño fui a la escuela de los hermanos cristianos, iba a misa todos los domingos y fiestas de guardar, jugaba a la pelota, dormía con mi madre y odiaba a mi padre. No tenía padre. En mi juventud trabajaba de sol a sol en la hacienda del blanco, dormía ocho horas,; comía tostado con agua, sopa de agua con cebolla y agua con máchica, siempre tomaba un vaso de agua para calmar la sed, y me masturbaba todos los días antes de dormir. Los años de mi niñez y juventud pasaron como pasa la corriente del río. Ahora dicen que ya soy un cadáver.
Pero si yo no soy indio, mi padre tuvo que ser el dueño de la hacienda, claro, el blanco de mi padre.
Están rellanando mi hueco, me están enterrando en vida, mi madre está con ellos, el cura, mi Juana. Sí, reconozco sus piernas, la misma enagua de hace veinte años. Juana te amo.
14:55 horas. Los toros de pueblo cada año, cada agosto, todas las tardes, con sol con lluvia, con las mismas caras, con los mismos toros. Les ponen colchas de terciopelo de colores, con adornos dorados además del año 600, 780, 1878, 2003 y un billete de cien. Sacarse la colcha es como sacarle la enagua a Juana. Estar en la plaza es como jugar la lotería, ganarse el de cien, darle otro chance a la vida, morirse desangrado y borracho, con público y vivas, ser un héroe o un cobarde, inteligente o tonto. Los del palco principal, de un metro cuadrado, el más adornado y alto; son los intelectuales ricos y vivos. El último agosto vino gente de la capital, como unos mil, a todos les pusieron en el palco, tomaron whisky y bailaron sin moverse, todos usaban terno y a las mujeres embutidas en pantalones blue-jeans se les veía las nalgas que se movían para arriba y para abajo. Me saqué el de cien, quedé de héroe. Y las nalgas se movían.
Al atardecer, después de la procesión que precedía el cura, desfilaban los indios: con sus perros flacos y llenos de parásitos, con sus mujeres, sus hijos y sus amigos. Se santiguaban al pasar frente al cura, se arrodillaban ante el palco principal, y caminaban silenciosos hasta la parte norte de la plaza; donde se emborrachaban y peleaban. Mamá entre ellos, Juana y yo entre sus amigos. Pasaban los días y las lluvias, se terminaban las fiestas, se morían unos cuantos. Los perros flacos se comían a los toros y los indios a los perros. Mi pueblo infeliz se quedaba sin toros, sin perros, sin intelectuales; lleno de náuseas; con unas cuantas indias preñadas y unos cuantos satisfechos. El 10 de agosto se daba una misa para pedir clemencia por los desmanes de la fiesta, luego, el Teniente Político daba un discurso sobre un grito y una luz y ni se qué germen de la independencia. El 11 de agosto todos dormíamos: el cura con su sobrina, el escribano sobre sus libros, el Teniente en su chanchera, los indios entre indios, Juana con su marido, y yo en mi hueco. Despertábamos listos para la fiesta de toros del próximo año, del próximo agosto, del día siguiente.
14:56 horas. Los barbudos llegaron la tarde de un domingo, de un lunes, vienen todos los días, no paran de llegar. Eran cuatro, mil no sé cuántos. Comen metal y plástico, se adueñan de las tierras, se comen a los indios, nacen de un huevo y duermen boca arriba, todos son machos, no hay una sola hembra, se bañan todos los días domingos y cantan en latín. Edificaron una iglesia, pintaron todas las casas de azul, abrieron una barbería, una escuela y una fosa común.
No sé por qué razón los entiendo un poco, y a veces hasta me dan ganas de bañarme los domingos. Pensaba que eran malos pero en realidad no lo son, son como...yo, tienen brazos, piernas, cerebro; deben ser buenos. Inclusive pienso que deben tener alma. No sé que me pasa, debe ser este maldito hueco que me aprisiona cada vez más. Al pasar los años los indios se han vuelto barbones, y los barbones indios. Me he quedado solo. Juana no me abandones, me voy a dejar crecer la barba.
14:57 horas. El loco apareció un 12 de agosto cargado de maletas, un gallo de pelea y un retrato de dos metros de largo por tres metros de ancho que decía era el de su tía. Los muchachos le seguían como cola de mono, las muchachas solteras se reían entre las manos, los indios corrían sujetándose el bocio. Se instaló con su carpa junto a mi hueco, amarró a su gallo, le rezó a su tía. Pasaron los días y llovía.
Un día abrió sus maletas y repartió sus pertenencias a los del pueblo, como vecino suyo me regaló su mejor prenda, una túnica sin costura. Le torció la cabeza a su gallo y distribuyó las presas entre los niños, y el caldo grasoso entre los más viejos. Hizo fuego con el retrato de su tía y dio abrigo: a mi hueco, a la iglesia, a las casas azules, a la barbería, a la escuela, al pueblo. Sembró en la plaza claveles, rosas, esperanzas, margaritas y azucenas. Barrió las cuatro calles, limpió a los santos del altar. Al día siguiente, el 9, el 11 de agosto, no había espacio para la fiesta de toros, para la procesión, para el desfile de indios. No habría comida para los perros y tampoco se comerían a los perros. La desgracia, la maldición había llegado al pueblo.
El teniente vitalicio reunió al pueblo en la iglesia, no había lugar en la plaza, y dio un discurso: sobre la tradición, el respeto a los mayores, la importancia de la distracción sana y creativa, y sobre la sangre taurina de los indios, mestizos y blancos del pueblo. No se podía permitir que un fuereño, loco, acabe con la fiesta taurina más grande, tradicional e importante de la provincia, del país, de América....del mundo!!!
OOOOOOLEEEEEEEE!!!!!
Esa misma tarde murió loco. Murió de nostalgia por su gallo de pelea, por el retrato de su tía, por sus prendas. Murió de un tiro, arrastrado, quemado, de un machetazo, bajo un armario, de viejo. Murió crucificado.
14:58 horas. La borrachera duró hasta el otro día, dos años seguidos, mil no sé cuántos. La fiesta sigue y esta tarde es 9 de agosto. Miré el billete de cien, lo sentí entre mis dedos, sí, hasta ahora lo tengo, pero ya no veo las nalgas que se mueven para arriba y para abajo, ni el desfile de indios, ni al cura, ni al Teniente. Claro, estoy en mi hueco, solo y siento frío. Son las piernas de Juana y su enagua. Están rezando, no puede ser...(he muerto)
Ayayay mi barriguita.!!!!
14:59 horas
-Ha muerto el indio!
-Ha muerto el cholo!
-Ha muerto el loco!
-Ha muerto el Barbón!
3:00 horas
-Ha muerto el teniente político!
-¿?...

- EL PASEO PROCECIONAL

Sentado en el mismo sitio de siempre. Con el mismo pesar...la vida y esta obsesión asnal de mirar la gente pasar. Un día pasaré yo, seguramente habré muerto de vuelta al sufrimiento. Mientras tanto el ver pasar tanta asimetría sobrehumana, me anestesia el pensar, me arrastra al vacío absoluto de lo irracional, al origen de la demencia...del hombre mismo.
Aquí estoy otro día más usando mis ojos como jueces, severos, ágiles, inquisidores, mudos, se mueven como aprendices de torero, involuntariamente, ligeramente, cobardemente; parpadean uno a su vez con aire aristocrático, como guiño de paralítico.
Monstruosas máquinas , vienen en diferentes colores y modelos, guían los pasos de los hombres irresponsablemente: se aturden en la oscuridad, se ciegan con la claridad, imponen su percepción, nos engañan.
Por aquí pasa medio mundo, la otra mitad se sienta siniestramente a ver pasar. Una vez al año pasa Don Raúl con su paseo chacarero, son cien caballos y noventa y nueve chagras. Hola viejito, ¿Cómo te va?...¿regresó la guambra?...¿qué es del Carlos? Las mismísimas palabras de todos los años, espolea a la bestia y se aleja. Yo le grito para que me oiga, y respondo: Bien..¡No!..¡no se!...Don Raúl.
¡Acaban de pasar tres longos en su moto! ¡que ruido! ¿Por qué será que éstos andan de tres en tres?
Mi guambra, como le dice Don Raúl, se me fue hace cuatro años cuando cumplió diecisiete, me dolió mucho, con persistencia. Su carta decía: volveré cuando deje de ser pobre. Don Raúl me dijo: Viejito no sufras, tu guambra volverá cuando se quede preñada o le dé SIDA. Yo creo que volverá corriendo a mis brazos, en busca de amor, escoltándole sus negras trenzas como ángeles de la guardia. Todavía no se si se fue por esta pobreza arraigada en nuestros órganos, o porque se le despertó la animalidad. Cuando se fue la vieja de la mama, hace ya diez años, no dejó ni cartas ni huellas, cruzó la calle gritando que le gustan los hombres, se fue. Otra moto y tres longos más.
El camión se paró, bruscamente, frente a mi puesto de sentada. Esperé ver en el cajón un animal muerto o la basura de toda la cochina ciudad, esas son las funciones de este camión. Pero ahí había luz, ¡sí!, el cajón estaba lleno de luz; se regaba como líquido. Parecía que habían destripado un millón de luciérnagas. Flotaban las ideas como hojas de agua. Con timidez pregunté al chofer si tanta luminosidad era para mí. Me miró con cara de tonto. Sus ojos me lastimaron como filo de cuchillo. Respondió risueñamente. Esto, viejito...es...tu querida...guambrita. Mi mente se negó a entender, eché otro vistazo y la luminosidad me cegó, miré otra vez y descubrí el cuerpo sin vida, frío, morado...apestaba...era mi guambrita. Le habían abandonado sus ángeles de la guarda. ¡Don Raúl!...mi guambrita. ¿y los otros dos?, ¿y la moto? pregunté. Son tres mil sucres, respondió el chofer.
Me levanté de mi puesto, fue une sensación muy dolorosa, de tanto estar sentado mis músculos se habían atrofiado. Corrí a la casa de Don Raúl y entré como viento: despacio al principio fuerte al final. Hola viejito...¿cómo te va? ...¿la guambrita?...¿y el Carlos?. Ni siquiera se dio cuenta de que no estaba sentado. Por primera vez en cuatro años tenía algo diferente que responder, me sentí asimétrico, sobrehumano, se me hinchó el pecho, miré a un punto que no existe y respondí: ¡Mal!..Don Raúl. ¡Moltissimo Piu Avanti Ancora! ¡M-U-E-R-T-A!! ¡Vera violenta! Como bombillo roto...se le regó la luz. Me miró y ahora no recuerdo si suspiró, sonrió, o lloró. Sacó a los noventa y nueve chagras con sus cien caballos y con él a la cabeza desfiló el paseo chacarero. Enterramos los malos olores, ahuyentamos la luz; quedó un leve color amarillento. Es la esperanza, dijo Don Raúl, es mi guambrita pensé yo. Tres longos en moto...¡qué ruido!. Fue un tiro seco al cerebro, uno sólo. Le volaron las trenzas. Me sentí enfermo.
De vuelta a la sentada descubrí que las longas de este pueblo tienen las piernas paspozas y el rostro reluciente, son como bombillos de navidad. Así era mi guambrita. Todas estudian para ejecutivas, todas quieren irse para la montonera de cemento, al manicomio grande. Quieren dejar de ser chiquitas regordetas y achinadas, les tienta la satanicidad de la aglomeración, el olor dulzón de la corrupción. Los longos de a tres en tres y en moto, con las piernas arqueadas y las caras verdosas (uno que otro tiene los ojos azules como los de Carlos) no les ofrecen nada. El miedo a la vida les aturde y no piensan, se dejan guiar por sus pequeñas achinadas máquinas. Tienen un fuerte golpe de ala al que defienden, a toda costa.
Formaron un sindicato para contarse uno a otro sus tragedias y defender su nauseabunda miseria. No tienen futuro ni pasado, no les dejaran irse con justicia, ni a ellos, ni a ellas.
De pronto me vi pasar frente a mis ojos...¡Muerto!. Me botaron en el cajón del camión junto a los excrementos; me enterraron en mi molde; lo que estorba tiene que ser removido, enviado a Malebolge. Hace sólo cinco minutos que morí y he contado mi vida consecutivamente una y otra vez...no sé por cuántos largos años. Me venció la pena, la pegajosa soledad. ¡Don Raúl!, en este aniversario, no saque a los noventa y nueve varoniles chagras y a sus cien musculosos caballos. Que desfilen los noventa y nueve longos en sus treinta y tres motos. ¡C-a-r-a-j-ooo!!!..me jodí.

- LOS OCHO DIAS MAS ABURRIDOS DE UN ABURRIDO




Diciembre 24. Hoy me desperté a las once de la mañana con una erección completa, es decir fue imposible poder sentarme en el excusado, tan pronto como me levanté. Es de lo más problemático tener que defecar con una erección de esa naturaleza, primero físicamente los excusados no fueron diseñados para dar cabida a una extensión de esas proporciones por lo tanto hacerlo en esas condiciones es un acto muy doloroso, segundo pujar en ese estado bombea la sangre con más presión sobre el miembro cuartando cualquier posibilidad de un encogimiento. En esas condiciones no tuve más remedio que pasearme dos horas alrededor del dormitorio, las manos entrelazadas en la espalda y los ojos clavados en mis partes bajas esperando el milagro de la contracción. Y ocurrió, caído pero digno tendría su lugar en la tasa ritual. Una diarrea blanca con la apariencia de dulce de leche, lo cual demuestra el buen estado de salud del que gozo, desahogué mis contracciones viscerales de la mañana. Pobre la sociedad.
Tiempo...tiempo, qué hacer con todo este largo y relativo espacio. Decidí ir al centro comercial, recorrí: el primer piso, luego el de abajo y luego el que queda arriba del primero, el ala norte, el ala sur, la del este y la del oeste. Una señorita gritaba por su hijo perdido, le pregunté por la edad de su pequeño, respondió que iba a cumplir treinta y tres justo la edad de Cristo, pensé. A lo mejor ya lo crucificaron en la heladería de la esquina, dije. No lo vuelvo a hacer, ir a un centro comercial sin un solo centavo, no vale la pena. Pero este día fue grandioso, la descubrí, me enamoré, estaba ella inmóvil, con sus rubios cabellos sobre los hombros, su mirada complaciente y brillosa, una amplia sonrisa mostraba sus blancos dientes, le sonreí, ella no dejó de mostrarme sus dientes, un ser como éste no podía estar prestándome atención, pero sí, ahí estaba. Vestida de seda y con apariencia angelical cautivó mis sentidos, me perdí en su piel rosada, en sus azules ojos, en su naturalidad. Sí, en este día me enamoré de un maniquí de vitrina que vive en un centro comercial.
Son las diez de la noche y justo en este momento me acuerdo que es Navidad. Escribo: feliz navidad Carlos o sea yo mismo. ¿Te acuerdas de aquella gran última Navidad toda la familia en la mesa, comulgando con pavo, riendo, abriendo regalos?. Después todos estos años, compartiendo con Soledad, mi gran amiga, mi gran Soledad. Expulsado del seno familiar, por vencer a mi padre, por revelarme a su autoridad, decirle que es un hijo de su madre no fue fácil, pero fue delicioso. ¿Te acuerdas la cara que puso? Chistoso, ¿Cómo estás seguro que tú eres mi verdadero padre?, yo estuve ahí desde el primer momento y no me acuerdo de ti, ni siquiera me parezco a ti. Navidad, qué triste, ¡que mierda!
Diciembre 25. Hoy no pasó nada, creo que dejé de existir. Dediqué mi tiempo a pensar en ella, de todos modos fue aburrido. Mi segunda gran expulsión, mi ropa volando por todo el departamento, su estúpida apariencia llenando el ambiente, sus gritos ensordeciendo al barrio, tristemente abofeteando por ver cosas indebidas. Punteada por uno de sus amigos, su culo metido en una bragueta. ¡Qué más da, es la moda! No me acuerdo si ya la perdoné, lo que no olvido es la gran verdad que me cantó, me llamó cobarde. Sí, soy un gran cobarde, no tengo el suficiente valor para suicidarme, y me toca aguantarme vivo, correteando por las esquinas metiéndome en los huecos para poder pensar. No fue justo enamorarme de ti cuando tenía una yegua a quién quería y la verdad es que más veces monté a mi yegua y juro que lo disfruté más. Este día descubrí que pensando en ella se me agilita la digestión, un gran remedio para el estreñimiento. En este mismo momento se me acaba de escapar un pequeño inodoro y tímido gas cuya belleza rivaliza con la de ella. Amén.
Diciembre 26. Otra vez...¡VA DE RETRO!
Diciembre 27. Esta mañana recibí una inesperada carta. Es realmente satisfactorio saber que alguien se acuerda de uno. Dice que me perdonan, siempre habla en plural, me sentí realmente feliz que alguien me perdone por no haber hecho nada, entiendo que no hacer nada es peor que hacer algo mal. Esto me volvía a animar y salí a buscar qué hacer, pensé por un momento que se solucionaría mi problema, pero qué se iba a solucionar si no tenía ninguno. Fue rápido, duró poco, hubiera sido preferible que envíe un poco de dinero en vez de tan misericordioso perdón. Volví después de muchos años al restaurante "El Canari de la Barriga" no encontré a nadie, o tal vez no los quise ver, es tan deprimente ver cómo un negocio que era de tan buena calidad va perdiendo prestigio, que hasta aceptan tipos de mi calaña, pero tenía que volver, después de todo ahí fue donde lo conocí. Era un tipo raro y sumamente brillante vivía pintando excentricidades y rodeado de cráneos de elefantes, ese día me acuerdo muy bien que se presentó y me habló de lo hermoso que era su vida junto a una bella dama que amaba tanto y a quien nunca se atrevió hacerle el amor, siempre usaba a un tercero para que a través de él, ella su gloriosa y amada dama se satisficiera de la parte mecánica del amor. Me dejé convencer de ser el portador de amor y terminé involucrado en su vida y en la de ella, comiendo caviar y bebiendo champagne me enamoré de los ojos color "avellana submarino" de Plácida su mujer y mi amante. Lo descubrí nervioso y celoso, estaba pintando a escondidas un torso, el mío, descabezado y sin testículos con grandes letras resaltaba mi nombre escrito al revés en una esquina del lienzo. Fue la gota que colmó mi paciencia y decidí abandonarlos. Fugué de la casa no sin antes rasurarle completamente al oso cubierto de joyas, situado en el vestíbulo de entrada y detrás del cual se desnudó el rey Humberto de Italia. Ahora recibo esta carta desde Port-Lligat con un perdón escrito y un pedido para que regrese a su casa, lo que él no sabe es que yo fui el que le disparó al cisne, él siempre pensó que fue un turista distraído. Pero yo fui el asesino de su cisne blanco.
Al anochecer he comido tres dientes de ajo para evitar la tentación de regresar con mis amigos de Port-Lligat, fue como tragarse tres pequeños cuernos de rinoceronte.
Diciembre 28. Los besos en el cuerpo me duelen, igual que a la Marguerite. Me desperté con ese malestar que se siente cuando uno duerme acompañado aunque sea de un sueño o de un espíritu. A media mañana no pude soportar más esa belleza quieta, llena de vida y de colores y las destruí una por una, les he dedicado la mitad de mi vida a cuidarlas, el aguita, la luz adecuada, el abono y por fin hoy me liberé de ellas, ¡malditas plantas!. Me vengué, muy confiadas estaban, me dominaban, por lo menos eso pensaban, ahora solo existen en mi memoria y mi memoria existe solo si es que yo quiero. Voy reduciendo mi mundo a un mínimo soportable, me queda por simplificar mi alma pero se evaporará por necesidad de libertad. Estoy muy cerca de la soledad absoluta, qué dicha, qué hastío.
Diciembre 29. Hace un buen tiempo que dejé de ir a los burdeles, pero hoy decidí ir a un museo que para el caso es lo mismo. Tal vez esta actitud involuntaria demuestre la decadencia de mi alma. El olor de los pasillos me recordó al de los cuartos del internado, a bacenillas sucias, a sotanas negras ocultando sus mutilaciones. Cursaba el cuarto grado cuando fui encerrado por castigo en la bodega de la escuela, mi primera reacción fue comerme toda la miel de abeja pero en realidad era mucha para mi pequeño estómago, entonces decidí orinarme en cada uno de los botes, ahora recuerdo ese acto como mi primera gran venganza. Desde aquel día he tratado de llevar a cabo otra venganza que supere a la primera, pero ha sido inútil, aquella fue una reacción natural de defensa contra una clara represión a mi personalidad.
Hoy hice una siesta larga y al despertarme descubrí que me había orinado en la cama, primero pensé que había sido una súper eyaculación pero no había una razón válida para tenerla, fue una esperanza que algo caliente salga de muy dentro de mí.
Hoy me di tiempo para quemar todas las cartas que nunca envié, eran muchas y con la quema las he matado. Ha quedado viva ésta que tengo en mis manos y que seguramente es la más ridícula, y que por ridícula es una carta de amor. Y dice así: "Mi amor, en esta pequeña nota quiero expresarte toda la felicidad que llevo en mí. Y al hablarte de mi felicidad tengo que hablar de mi vida, y esa vida que atraviesa su mejor momento no puede ser descrita de otra manera que descubriéndote a ti misma, no puedo hablar de mí sin pensar y hablar de ti. Al cumplir dos meses de nuestro, tan bello y sincero amor, no se me ocurre nada tan simple y hermoso, par ponerle un calificativo a nuestra relación, que una palabra esa palabra es tu nombre, que pronunciado en labios de quien te ama da a entender la bondad que existe la bondad en este mundo. A veces cuando la tristeza encoge mi cuerpo y mi mente se ofusca con cualquier problema, la intensidad de tu amor y la nobleza de tu corazón me devuelven la paz, la fe y en esos momentos comprendo que existes en mí como existe una parte de Dios. Perdóname si alguna vez mis palabras ofenden tu delicadeza, perdóname si tus lágrimas han corrido por tu rostro, perdóname si al besarte te lastimo, perdóname si al amarte no comprendo que eres diferente, que eres única, perdóname si al mimarte no te mimo lo suficiente. Lo que pasa es que al amarte, mi juventud, mi alma, todo lo que soy y todo aquello que no soy solo intentar amar y muchas veces me llevan a olvidar esos detalles tan hermosos tan pequeños que hacen del amor puro y bello. Querida, también quiero agradecerte por todo aquello que has revivido y por todo aquello que has creado. Por esa tonalidad que le has puesto a mi vida, por esa fuerza de querer ser que has trasmitido a mi existencia, te agradezco por enseñarme a dar, por despertar en mi buenos sentimientos, por darme razones para vivir, gracias mi amor, por ser lo que eres, gracias por dejarte amar y por amarme. Si al conocerme encuentras en mí mucha dureza, te pido que comprendas que la vida no ha sido blanda conmigo, que hay sufrimientos grabados en el alma, a veces la vida a sido un poquito ruda y ha dejado su huella....soy muy feliz y espero que tú también lo seas. Eres parte de mi todo y más que eso, te amo mucho."
Ahora ya no recuerdo su nombre, pero eso ya no importa, por lo menos he sentido una gran tranquilidad al saber que alguna vez, hace mucho tiempo, tuve la capacidad de amar y la voluntad de dejarme amar. ¡Qué ridiculez!
Diciembre 30. Hoy ha sido un día de mierda. Rompí las pocas cosas que quedaban en mi departamento, por inútiles por cierto, me estorbaban como me estorban las paredes de este mundo. Es un mal hábito destruir cosas, pero peor es construirlas. Quise destruir mi memoria pero fue inútil. Este día tomé la decisión de destruirme por dentro poco a poco, embriagándome en el cuerpo de alguien que no existe, en mi propia conciencia. Otro amén... un paréntesis que contiene podredumbre.
A las diez de la mañana me declaré completamente humano y comencé a masturbarme pensando en los elefantes que habitan en mí. Este momento son las once y media de la noche y todavía no paro de hacerlo, es terrible pero esos animales son muchos. Cuando termine seguramente voy a dormir, por supuesto, pensando en la forma menos dolorosa de matarlos de una vez por todas.
Diciembre 31. No existe.
Enero 1 de otro año. Feliz año nuevo. Hoy descubrí que mi cerebro se ha embarazado de un cisticerco, probablemente en pocos meses me sentiré muy feliz de ser madre por primera vez. De hoy en adelante no seré el mismo imbécil. Seré un imbécil aburrido para siempre. Vaya consuelo.

- EL CANDADO

No es justo que durante toda la historia de la humanidad los hombres, algunos por cierto, hayan sido engañados por una mujer. (Llámese mujer en este caso a cualquier ser femenino que haya compartido su cama de día, de noche o por un ratito) Esta simple reflexión me obligó a inventar y comercializar el producto que describo a continuación y que pongo a consideración de Uds.
Es de simple funcionamiento y se activa como cualquier alarma. Primero tiene que ser instalada cuidadosamente en el cuerpo de su mujer en tal forma que ella no sospeche que es portadora de un instrumento contra la infidelidad, aconsejo se realice esta operación mientras ella duerma profundamente, de otra manera a más de revelar sus intenciones podría sentir algo de dolor. Si Ud. ya ha visto el Kit de instalación habrá notado que consiste de un pequeño chip, un alambre, una placa numerada y un pequeñísimo aparato que parece un molino de carne. Proceda a la instalación de acuerdo a las siguientes instrucciones: con un taladro realice un orificio de medio centímetro de diámetro y de igual profundidad en el lado derecho del cerebro, exactamente sobre a oreja, introduzca en forma pausada y con mucha delicadeza el alambre por el orificio y cerciórese que recorra el cuerpo hasta que su otro extremo quede ubicado al final del ??????, conecte el alambre al chip e introdúzcalo en el cerebro haga dos puntadas en el cuero cabelludo y frótelo con un poco de agua de colonia. Luego proceda a encoger las piernas de su mujer hacia atrás, ella por cierto debe estar recostada sobre la espalda. Con mucho tino, se recomienda usar cualquier tipo de lubricante, introduzca el aparatito que parece molino y conéctelo con el alambre. Y eso es todo, desde ese momento Ud. Ya podrá gozar de tranquilidad y confiar ciegamente en su mujer.
Permítame explicarle cómo funciona este sistema. La placa numerada contiene tres números que deben ser memorizados por el comprador. El momento de la penetración, justo antes por cierto, debe traer a la memoria por tres segundos el número clave y de esta manera el sistema queda automáticamente desconectado. Si el número no es pensado la alarma se activará cercenando y moliendo instantáneamente el objeto introducido. Se puede hacer una variación en la instalación ubicando el molinito en el cerebro, de esta manera no se producirá ningún daño en el objeto introducido, pero el cerebro será procesado como una hamburguesa.
Le recuerdo que el fabricante no asume ninguna responsabilidad por cualquier falla en el sistema, y se recomienda no abusar de los tragos o de cualquier sustancia que podría afectar su memoria.
Felicitaciones, ahora usted puede ser poseedor de un instrumento de alta tecnología, creado para incrementar su felicidad y la de su familia. ¡La tecnología del siglo de la luz a su servicio!. Cómprelo hoy mismo, seguro que mañana estará agotado y a lo mejor en el futuro lo necesitará más que nunca.

- ADIVINA QUIEN VIENE A CENAR

Sexo en exceso, demasiado sexo, qué asco, quitarán de aquí, eso es lo mismo que comer queso. Perdonarán no más, ella cruza la calle y yo le digo: mi amor quiere hacer eso. Y ella responde mirando al cielo, para pedir perdón anticipadamente, claro que sí, guapo bien proporcionado, con usted mi amor lo haría en forma continua por un millón de años. La miré rápidamente, ya perdí el interés, mucho tiempo, mucho sexo, que hago lo quiero hacer rápidamente casi mentalmente. ¿Cuánto cuesta?. Y ella responde para ti gratis, casi por amor por lo que tú eres y no me lo has dicho. Esta vez sí que huyo de verdad y traspaso el umbral de tu razón y por cierto del mío. Y me olvido para siempre del sexo y me ciño fielmente a su cintura solo para amarla de amor como debe ser, de puro loco amor.
Te encuentro intempestivamente, luces como un cadáver una chispa de tu mirada nos separa de tu locura, pequeña y transparente pero locura al fin, su brillantez mental la rebasa por largo. Pronuncia mi nombre y sonríe. Concentra toda su energía en mí y dice: quiero regresar con América, ella es a la mujer a la que amo y estoy ceñido a su cintura como su propio hijo, el sexo solo con ella o con nadie. Yo sonrío nerviosamente y él grita fuera de sí: "Don´t speak English". Me increpa que existe una mentira fundamental entre nosotros, él está loco y yo razonablemente cuerdo, él está enamorado y yo ya no creo en esos sueños. Uno de los dos es un mentiroso, el otro un encubridor. Juntamos nuestras mentes y caminamos largamente, le recuerdo que es mi único amigo, él se calla por unos minutos, luego se da un pequeño masaje en la nariz y finalmente me habla. Este es un valle amplio y la ciudad es grande, lo suficiente para que nadie me reconozca, se puede caminar con libertad encadenado a uno mismo. Me invita a sincronizar su reloj con el mío, de esa manera seremos dos seres amigos que andan en la vida con destino distinto pero con el mismo tiempo, el uno enamorado de América y el otro durmiendo con ella. Gira violentamente, me impresiono con su mirada y sin hablar me da una bofetada, fue una bofetada en inglés añade excusándose de su agresividad. Carajo, ¡loco de mierda!, pienso cobardemente en una esquina de mi cerebro y luego este silencio.
El no es el mismo que hace algunos años. Me molesta ese tema de hablar en inglés, y ahora me toca susurrarle, si le hablo cree que le grito, piensa en voz alta y me cuenta que se acuesta con América. Me mira con extrañeza por pedirle que iguale su reloj, el pobre está alterado. Una bofetada lo hará volver en sí, una bofetada de caballero inglés, no reacciona físicamente pero se nota en sus ojos una reacción mental, mueve sus brazos como director de orquesta y eso es todo, después un silencio una compasión eterna.
Finalmente lo invito a cenar a casa y él acepta, me cuenta de su problema con las drogas, me recomienda a su psiquiatra y me pide ayuda para solucionar sus problemas económicos, que él aduce responden a su vicio por los habanos cubanos. Finalmente llegamos a casa y le invito a pasar.
- América, América mira mujer....¿Adivina quién viene a cenar?
-¿Quién?...¿Woody Allen?
- Cómo que quién, él, Raphael, tu primer esposo.
-¿Quién? Tú eres mi esposo, primero y único. Tú eres Raphael.
- Entonces él...¿Quién es?...¿Woody Allen?
-¿Quién? Solo estás tú.
- Dios mío los dos me van a volver loco.
No le hagas caso, ella es así. A mí me dice lo mismo sigamos y conversemos mientras tomamos un trago. Encontrarse con los amigos es siempre grato, aunque estemos enamorados de la misma mujer. Y de pronto gritó: "Sexo ni con queso"..."Qué asco".
-¿Y Woody Allen?

- TE JURO QUE TE JURO

Ya es muy tarde para alzar mi vista y mirar al horizonte, para extender mis brazos y amarte. Este aliento de yegua en mi cara, jadeante, me absorbe lentamente hasta que desaparezco dentro de su cuerpo vibrante de placer y luego este asco, te juro que no lo vuelvo a hacer. Me he quedado sólo en esta esquina con mi idea obsesiva de amarte para siempre. Con ese mismo amor que te juré el primer día y ahora aquí con el corazón en la mano pidiendo que alguien dispare en mi cerebro. Y tú mirándome con lástima, recordando el día en que tus ojos se enamoraron de los míos, tus manos tiemblan ligeramente y disparas una y otra vez y yo no muero. Ríes, el placer del sufrimiento te obliga, y yo cada vez más dentro de esta mi pequeña esquina obligándome a amarte cada día más y más. Golpe a golpe, día a día me has convertido en tu letrina sicológica, donde el mundo vomita su misericordia. Te irritas por la sencilla razón de haberte descubierto tomando purgante en dosis fuera de lo común, lo suficiente para reventarle el culo a cualquiera y te mueres de la risa porque te imaginas, a priori, la cagada que me vas a dar. No lo hagas por favor, te juro que te amo, te juro...que te juro que no lo vuelvo hacer.
Te juro que: cambiaré de colonia, estornudaré tapándome la boca, no escaparme los viernes a París ni a ningún lugar sospechoso de la Mariscal, dejaré de leer a Henry Miller y a Lawrence, renunciaré a mi pasado y a mi destino, reversaré la cirugía estética de mi nariz y me olvidaré de aquel viejo proyecto de circuncisionarme, dejaré mis vicios solitarios pensando en otras mujeres, lo haré solo pensando en ti y solo si tú me lo permites, no te embarazaré nunca más, respetare los días de tu regla, que no volveré hablar mal de los indios, de los negros, de los judíos, de los latinos, de los gringos ni de mi mismo, no volveré a matar búfalos, no me enfermaré, y cortare de raíz mi impotencia, dejaré la mediocridad, Aprenderé a tocar el piano, seguiré siendo atractivo, no volveré a mentir, seguiré siendo un gran burgués que es lo que en realidad me gusta ser, no haré sonar mi oído, no comeré ajos y nunca más dejare de amarte, te juró que de hoy en adelante solo pensaré en ti y desecharé todos los demás superfluos pensamientos de mi mente. TE JURO...QUE TE JURO QUE SI OTRA VEZ TENGO QUE JURARTE, TE JURO, QUE TE MATO. Y ME VOY...CON ELLA POR CIERTO.
Que alguna vez se haga justicia. Le pido a Dios que el amor se muera de muerte natural o de una fuerte VENDICTA BENDITA, (gripe celestial). Solo el amor, el sexo que viva para toda la eternidad. Le ruego a San Gonzalo santo de las venganzas. Ay, Ay, mañana...mañana...ya no existo.

- DE ESTEGOSAURIOS Y OTRAS EXTINCIONES

Si practica sexo oral por favor no bese a los niños, es su filosofía de la vida. Hoy esta aquí sobre mí como una avestruz, con la cabeza enterrada y la parte posterior al aire. Es un hábito díscolo pero sumamente placentero. Me recuerda a un estegosaurio hembra por sus dos cerebros, el que veo ahora está en la base de columna dorsal y es veinte veces más grande que el que posee en la cabeza por lo que se podría concluir que es sumamente inteligente. Definitivamente dos cerebros piensan más que uno y eso la hace más capacitada que las demás...!Qué vista¡...!Qué coño¡...Levanto ligeramente mi cabeza y beso sus labios con actitud litúrgica, ella mueve su boca para darme más valor. Mi vientre se quema al contacto con su pecho ardiente. Una culebra se enrosca alrededor de un agujero. Por una grieta el sol comienza su asenso, finalmente la mañana. El reloj da la seis con su péndulo genital. Un pájaro se agita violentamente y canta. Un monumento en bronce a tu amapola con un canario posado en sus pétalos, en verdad que te lo mereces. Me relajo profundamente entre sus piernas, y me olvido de ti, ahora esto...un edema cerebral.
Finalmente he sido castigado, con mucho acierto. Jamas volveré a besar un niño ni a un Ángel peor a un Arcángel. Y mañana mismo me desafilio del Partido Comunista. No me queda más que hacer, lo único...esperar otra erección.

- VENDICTA Y ACTO FINAL



El último año todos los dioses se vengaron de mi. Ellos me habían complacido, durante los pasados diecisiete años, todos mis deseos, absolutamente todos y a mis treinta y nueve años la vindicta final llego, las circunstancias se alinean y ordenadamente esperan para tomar forma de monstruos y atacarme despiadadamente con clara intención de destruirme. Mi educada y sofisticada intuición ha dejado de acertar correctamente, siempre confié en ella y me ha llevado del éxito al fracasó y cobardemente se ha metido en las madrigueras que en algún lugar de mi mente existen y ahora convive con las ratas de mi vida, que desde el fondo de sus redondos ojos sonríen al mundo.
No estoy de acuerdo con el diagnostico del DR W.W. Dyer sobre mi caso, el parte del hecho de que el estado de mi vida refleja mi estado mental, de ahí el diagnostico se debería concretar a un solo punto. Ya que mi mente es un gran espacio vacío y silencioso, sin la capacidad de emitir sonidos, sin pensamientos valederos. Mi vida, yo, es, soy, un gran vacío.
Klara aparece un buen día en mi vida con una carta que dice: "Vuelve a empezar" y la idea me seduce. Me habla de mi cansancio crónico, del abandono del triunfo, de mis errores, de la quiebra de mis negocios, de las traiciones, de las ilusiones que se apagan, del dolor, de mis esfuerzos ignorados, de la ingratitud, de la incomprensión, y concluye diciendo: "Aunque todo parezca nada vuelve ha empezar". Solo quiero decirte que puedes contar conmigo siempre...y su firma. Un par de meses después , descubro que es una trascripción de una tarjeta comprada en Hallmark.
Manuela me hace llegar un libro por mi cumpleaños con una dedicatoria que me hace sentir un hombre bueno y desea que el libro me ayude a superar estos momentos difíciles de la vida . El libro esta dedicado a Michael Jackson " Cuyas letras, música y amor nos recuerda que sólo dando sobrevivimos". También me informa que ha encontrado el amor de su vida, un amor platónico por cierto, para proteger mi integridad espiritual.
Juana cariñosamente me envía otro libro titulado "El poder del pensamiento" y me pide que medite sobre su contenido. Pocos días después me introduce al Dr. W.W. Dyer y en cinco sesiones, muy costosas por cierto, emite el diagnostico...Locura terminal.
De pronto me dan ganas de ti (Seven Lines), qué sed, qué angustia y escribo:
"Por tus pequeños pechos
pierdo el sueño.
Por lo demás:
te juro, doy mi vida."
Mirando el yeso de mi pierna la vuelvo a recordar, mientras leo las líneas que escribió en su visita al hospital. "Dos historias paralelas, sin un zenit común , pedirte que seas mío (¿?), con tus pensamientos, tus emociones, tus desesperos, tus ansias, con tu "querer" hacer las cosas, ser única en tu vida, en tus amaneceres, anocheceres, única en tus difíciles jornadas, utopía tan grande como aquella zanja provocada por un caudaloso río arrastrado por una corriente eterna...Vacío, desesperación, soledad, celos, amargura, vuelvo al mismo punto de donde partí".
Me encontraron (Carlos), mi cadáver, en pose fetal, desnudo y bien muerto. Contagiado de toxoplasmosis , de tanto gato que comí durante mi vida. Finalmente he muerto en forma definitivamente muerta.