- CASI DEL TODO FIEL

Meditación a las once p.m. Con caminar tímido me acerqué hacia el filo mismo de mi ser. Medité tres segundos...resbalé, no...,me empujó. Quise regresar al filo, no pude, poco a poco sentí su presencia, como frío de páramo: bullicioso, alegre y helado; mortal para los desprevenidos. Conversamos de todo, de nada, sobre todo de nada. Cada frase suya cortaba mi racionalidad en menudos pedazos; cortes perfectos sin hemorragias, sin dolor. Sus palabras sonaban en el lento silencio que me rodeaba. Como un desfile militar; sus gritos irritaban mis oídos. Mujer con chillona mediocridad, aturdió la ignorante tranquilidad enraizada en mí egoísmo. No terminó su labor, nunca podrá decir que acabó conmigo, siempre pensará que triunfó. Yo siempre sonreiré como loco, como esos que se creen dueños absolutos de ellos mismos.
Eso fue ayer. Hoy, estoy corriendo por un túnel sintiendo metro a metro el esfuerzo persistente de mis músculos, el golpe sistemático de mi máquina, y el agudo sonido, doloroso de su vida. Tiene cuerpo de mujer pero sé que es casi mi "yo". Camina hacia el sur o hacia el norte, siempre hacia el otro lado. Me mira con temor, no dice nada, medita mucho. Su piel se ha secado y sus manos han crecido; la juventud nunca vino. Siempre hacia el otro lado. No es vieja, es un ser envejeciente. Yo apenas alcancé a ser hombre, todavía no comprendo si es que vivo, y ella atrevidamente ha concluido que me ama.
Es su sueño, su vida. No me estorba que me ame, pero que no me explique sus dolores; que no finja su parto día a día. Yo estoy corriendo por un túnel, naciendo de mí mismo. Que no me hable de un amor, que no lo entiendo. Estoy vivo aunque con un poco de olvido; he perdido un sentido.
Ese mosco me molesta. Vuela con embriagados arrebatos; extravagante figura para ser un simple insecto.
Dormiré por un momento aunque deje de ser una criatura prevenida. No podré dar razón de lo que ocurre, entonces podrá actuar sobre mi ser. Viene el mismo dueño de esos últimos días: tu figura desnuda, las niñas con cara de tontas y cuellos rígidos, su inoportuno discurso de profesora de moral. El mosco embriagado y extravagante se posó sobre la tela. Definitivamente es un mosco de mierda.
Espero que mañana no me hables de eliminar ciertas objeciones a priori ó de tu estado de disponibilidad, ó de tu experiencia ó de tus sentimientos; que no hable de nada. Mucho cuento para no más de un polvo. Ahora sí que me duermo.
La hora del té en el Mai Tai. A esta hora los moscos, por lo general, desaparecen o al menos no se les puede ver, éste para colmo es de colores chocantes y da vueltas como acróbata de circo; está listo para servirse el té.
Nos sentamos en la barra, no había libre un lugar más discreto, ordenamos: un té de mango para mí, y uno de flores de limón con sutiles perfumes de jardín para ella, y un quishe de cangrejo.
-Los hombres de verdad no comemos ninguna clase de quishe comenté con voz más ronca de lo normal (ronquísima).
-¿Y qué es lo que los hombres de verdad comen?- Preguntó casi mirando al infinito y con voz de hija de María.
-No sé... pero si sé que cualquier hombre estaría más que feliz de compartir la hora del té contigo. –Pensé que en realidad la hora no tenía la más mínima importancia, mucho menos el té.
-Cuál hora del té, tú estás en otra nota, aquí se acostumbra café en leche; con ciertas excepciones claro está.- Una observación por demás irrelevante, pensé casi en voz alta.
-Bueno, si hablas del café del desayuno, no dudes que estaría encantado no solo d compartirlo, me encantaría servírtelo...
-Yo sé, tú estarías encantado de compartir cualquier cosa, ¿verdad?
-Tienes razón, sobre todo si es en la cama.
-Por favor hablemos en serio.
El ambiente era muy artificial para ser romántico. La música de Vivaldi, concierto en "D". P.205 para flauta. El gato de la dueña estaba muy gordo, y la dueña también. Sin lugar a dudas era un gato runa. Habían una, tres o cuatro parejas tomadas de las manos y con los ojos a punto de virárseles, diez viejas con caras tan largas que parecían caricaturas de lagartos, nosotros dos, el salonero, la misma dueña con su gato y el venezolano que estaba divorciándose.
-Mira, ahí está tu amigo, el divorciado.- Mencioné inocentemente, creo.
-No es mi a-m-i-g-o, sólo mi vecino.- Me encantó la luz que sus ojos destellaron, seguramente fue la ira.
-Está bien, no te pongas así, no dije que era tu amante.
-Claro que no. Tampoco has dicho qué hacemos los dos aquí en un sitio como éste. ¿Tomando té?
-Tú aceptaste la invitación, ¿verdad?....Tú y yo somos lo suficiente grandes para comprender lo que está pasando. Ya sabes que me gustas mucho y pienso en ti todos los santos días y...
-Que quede claro que yo no te he dado ala...
-Seguro, la verdad es que no me has dado nada.- Recuerdo que puse una cara de mojigato; mi madre hubiera llorado JI-j-i-i-i-i-i-i-i-i se río el mosco.
-Si te entiendo bien, tú me estás haciendo una declaración impulsiva y agresiva. Como hombre casado que eres, me imagino que ya has pensado en los riesgos de una aventura....
-Sí, los he pensado. Pero no es que quiera tener una aventura. Me gustaría recordarte como algo importante que pasó en mi vida. – Ni yo mismo me lo creía; casi me río, pero en realidad una lágrima hubiera sido más apropiada. (snif, snif)
-Mira, si pasa algo yo sé lo que pensarías de mí...los hombres son injustos con las mujeres.- Era justo lo que esperaba, la eterna respuesta de cajón.
-Qué puedo pensar. Además solo quiero que seas mía, aunque sea por una vez. –Me sentí como tigre suelto: hambriento, ágil, toda una bestia.
-Simple, sólo eso. Mi matrimonio fue igual de simple. Pienso que eres un solemne loco, Pero no te da la altura, no seré tuya ni una sola vez. –Mentira, pensé, lo que quiere es que le tome de la mano, le escriba versos, le regale orquídeas, le hable de los sentimientos que me inspira. El tigre se convirtió en un gatito adulón; casi me oriné. No dije nada. Si se ríe el mosco, ¡lo aplasto!
Llegó el agua, el té y el mango, las flores el limón y los sutiles perfumes. Cambiaron a Vivaldi por The Eagles, Hotel California, obscureció rápidamente. La cuenta fue de algunos sucres más la propina. Nos despedimos con dos besos. No hubo más; quedó un vacío.
Nos faltó mucho por hablar: de los sentimientos, de los estados de ánimo, de nuestras fantasías, de esos y aquellos gustos. Pero si llegué a descubrir que no le agradaba Vivaldi, seguramente prefiere a Plácido Domingo, también descubrí que leyó a Alma Fuerte y que se le grabaron algunos versos. No forzamos ninguna situación. Comprendí que no pasaría nada; esto es un fracaso. Seguramente ella concluyó que es una cuestión de sentimientos y de disponibilidad. Lo que aquí hay en verdad es un mosco que jode.
Domingo a las once. Fui a misa. Por la tarde leí "El triunfo de la Política" de David Stockman; muy aburrido por cierto. Tan aburrido como tomar té, yo, tú, ella y mi mosco. El guagua se meó, se cacó o una de las dos o las dos...Yo qué sé.
Cualquier día entre las 12 AM y la 12PM. Espeluznante locura la mía: pensar que podría ser mi amante. ¡Carajo! No es el mosco; son hiperbólicos gusanos en mi cerebro...en realidad son tus senos, tus caderas, tus piernas, tu boca...¡sí! eres toda tú. Estoy a punto de explotar como volcán: apasionadamente, dolorosamente, lentamente.
Conclusión a posteriori. Moriré borracho como pavo de navidad, por amor, rígido, fiel, casi virginal. Sólo fue una estúpida ilusión, producto de un loco aburrimiento, de una larga y rutinaria modorra. Ella triunfó, admito que no soy dueño absoluto de mí mismo, ya no sonrío. La verdad, te la confieso humildemente: le soy fiel, o simplemente sufro de una crónica incapacidad para el amor. Un escorpión atrapado en su propio círculo de fuego. A tu jaula tigre maula.