- LOS OCHO DIAS MAS ABURRIDOS DE UN ABURRIDO




Diciembre 24. Hoy me desperté a las once de la mañana con una erección completa, es decir fue imposible poder sentarme en el excusado, tan pronto como me levanté. Es de lo más problemático tener que defecar con una erección de esa naturaleza, primero físicamente los excusados no fueron diseñados para dar cabida a una extensión de esas proporciones por lo tanto hacerlo en esas condiciones es un acto muy doloroso, segundo pujar en ese estado bombea la sangre con más presión sobre el miembro cuartando cualquier posibilidad de un encogimiento. En esas condiciones no tuve más remedio que pasearme dos horas alrededor del dormitorio, las manos entrelazadas en la espalda y los ojos clavados en mis partes bajas esperando el milagro de la contracción. Y ocurrió, caído pero digno tendría su lugar en la tasa ritual. Una diarrea blanca con la apariencia de dulce de leche, lo cual demuestra el buen estado de salud del que gozo, desahogué mis contracciones viscerales de la mañana. Pobre la sociedad.
Tiempo...tiempo, qué hacer con todo este largo y relativo espacio. Decidí ir al centro comercial, recorrí: el primer piso, luego el de abajo y luego el que queda arriba del primero, el ala norte, el ala sur, la del este y la del oeste. Una señorita gritaba por su hijo perdido, le pregunté por la edad de su pequeño, respondió que iba a cumplir treinta y tres justo la edad de Cristo, pensé. A lo mejor ya lo crucificaron en la heladería de la esquina, dije. No lo vuelvo a hacer, ir a un centro comercial sin un solo centavo, no vale la pena. Pero este día fue grandioso, la descubrí, me enamoré, estaba ella inmóvil, con sus rubios cabellos sobre los hombros, su mirada complaciente y brillosa, una amplia sonrisa mostraba sus blancos dientes, le sonreí, ella no dejó de mostrarme sus dientes, un ser como éste no podía estar prestándome atención, pero sí, ahí estaba. Vestida de seda y con apariencia angelical cautivó mis sentidos, me perdí en su piel rosada, en sus azules ojos, en su naturalidad. Sí, en este día me enamoré de un maniquí de vitrina que vive en un centro comercial.
Son las diez de la noche y justo en este momento me acuerdo que es Navidad. Escribo: feliz navidad Carlos o sea yo mismo. ¿Te acuerdas de aquella gran última Navidad toda la familia en la mesa, comulgando con pavo, riendo, abriendo regalos?. Después todos estos años, compartiendo con Soledad, mi gran amiga, mi gran Soledad. Expulsado del seno familiar, por vencer a mi padre, por revelarme a su autoridad, decirle que es un hijo de su madre no fue fácil, pero fue delicioso. ¿Te acuerdas la cara que puso? Chistoso, ¿Cómo estás seguro que tú eres mi verdadero padre?, yo estuve ahí desde el primer momento y no me acuerdo de ti, ni siquiera me parezco a ti. Navidad, qué triste, ¡que mierda!
Diciembre 25. Hoy no pasó nada, creo que dejé de existir. Dediqué mi tiempo a pensar en ella, de todos modos fue aburrido. Mi segunda gran expulsión, mi ropa volando por todo el departamento, su estúpida apariencia llenando el ambiente, sus gritos ensordeciendo al barrio, tristemente abofeteando por ver cosas indebidas. Punteada por uno de sus amigos, su culo metido en una bragueta. ¡Qué más da, es la moda! No me acuerdo si ya la perdoné, lo que no olvido es la gran verdad que me cantó, me llamó cobarde. Sí, soy un gran cobarde, no tengo el suficiente valor para suicidarme, y me toca aguantarme vivo, correteando por las esquinas metiéndome en los huecos para poder pensar. No fue justo enamorarme de ti cuando tenía una yegua a quién quería y la verdad es que más veces monté a mi yegua y juro que lo disfruté más. Este día descubrí que pensando en ella se me agilita la digestión, un gran remedio para el estreñimiento. En este mismo momento se me acaba de escapar un pequeño inodoro y tímido gas cuya belleza rivaliza con la de ella. Amén.
Diciembre 26. Otra vez...¡VA DE RETRO!
Diciembre 27. Esta mañana recibí una inesperada carta. Es realmente satisfactorio saber que alguien se acuerda de uno. Dice que me perdonan, siempre habla en plural, me sentí realmente feliz que alguien me perdone por no haber hecho nada, entiendo que no hacer nada es peor que hacer algo mal. Esto me volvía a animar y salí a buscar qué hacer, pensé por un momento que se solucionaría mi problema, pero qué se iba a solucionar si no tenía ninguno. Fue rápido, duró poco, hubiera sido preferible que envíe un poco de dinero en vez de tan misericordioso perdón. Volví después de muchos años al restaurante "El Canari de la Barriga" no encontré a nadie, o tal vez no los quise ver, es tan deprimente ver cómo un negocio que era de tan buena calidad va perdiendo prestigio, que hasta aceptan tipos de mi calaña, pero tenía que volver, después de todo ahí fue donde lo conocí. Era un tipo raro y sumamente brillante vivía pintando excentricidades y rodeado de cráneos de elefantes, ese día me acuerdo muy bien que se presentó y me habló de lo hermoso que era su vida junto a una bella dama que amaba tanto y a quien nunca se atrevió hacerle el amor, siempre usaba a un tercero para que a través de él, ella su gloriosa y amada dama se satisficiera de la parte mecánica del amor. Me dejé convencer de ser el portador de amor y terminé involucrado en su vida y en la de ella, comiendo caviar y bebiendo champagne me enamoré de los ojos color "avellana submarino" de Plácida su mujer y mi amante. Lo descubrí nervioso y celoso, estaba pintando a escondidas un torso, el mío, descabezado y sin testículos con grandes letras resaltaba mi nombre escrito al revés en una esquina del lienzo. Fue la gota que colmó mi paciencia y decidí abandonarlos. Fugué de la casa no sin antes rasurarle completamente al oso cubierto de joyas, situado en el vestíbulo de entrada y detrás del cual se desnudó el rey Humberto de Italia. Ahora recibo esta carta desde Port-Lligat con un perdón escrito y un pedido para que regrese a su casa, lo que él no sabe es que yo fui el que le disparó al cisne, él siempre pensó que fue un turista distraído. Pero yo fui el asesino de su cisne blanco.
Al anochecer he comido tres dientes de ajo para evitar la tentación de regresar con mis amigos de Port-Lligat, fue como tragarse tres pequeños cuernos de rinoceronte.
Diciembre 28. Los besos en el cuerpo me duelen, igual que a la Marguerite. Me desperté con ese malestar que se siente cuando uno duerme acompañado aunque sea de un sueño o de un espíritu. A media mañana no pude soportar más esa belleza quieta, llena de vida y de colores y las destruí una por una, les he dedicado la mitad de mi vida a cuidarlas, el aguita, la luz adecuada, el abono y por fin hoy me liberé de ellas, ¡malditas plantas!. Me vengué, muy confiadas estaban, me dominaban, por lo menos eso pensaban, ahora solo existen en mi memoria y mi memoria existe solo si es que yo quiero. Voy reduciendo mi mundo a un mínimo soportable, me queda por simplificar mi alma pero se evaporará por necesidad de libertad. Estoy muy cerca de la soledad absoluta, qué dicha, qué hastío.
Diciembre 29. Hace un buen tiempo que dejé de ir a los burdeles, pero hoy decidí ir a un museo que para el caso es lo mismo. Tal vez esta actitud involuntaria demuestre la decadencia de mi alma. El olor de los pasillos me recordó al de los cuartos del internado, a bacenillas sucias, a sotanas negras ocultando sus mutilaciones. Cursaba el cuarto grado cuando fui encerrado por castigo en la bodega de la escuela, mi primera reacción fue comerme toda la miel de abeja pero en realidad era mucha para mi pequeño estómago, entonces decidí orinarme en cada uno de los botes, ahora recuerdo ese acto como mi primera gran venganza. Desde aquel día he tratado de llevar a cabo otra venganza que supere a la primera, pero ha sido inútil, aquella fue una reacción natural de defensa contra una clara represión a mi personalidad.
Hoy hice una siesta larga y al despertarme descubrí que me había orinado en la cama, primero pensé que había sido una súper eyaculación pero no había una razón válida para tenerla, fue una esperanza que algo caliente salga de muy dentro de mí.
Hoy me di tiempo para quemar todas las cartas que nunca envié, eran muchas y con la quema las he matado. Ha quedado viva ésta que tengo en mis manos y que seguramente es la más ridícula, y que por ridícula es una carta de amor. Y dice así: "Mi amor, en esta pequeña nota quiero expresarte toda la felicidad que llevo en mí. Y al hablarte de mi felicidad tengo que hablar de mi vida, y esa vida que atraviesa su mejor momento no puede ser descrita de otra manera que descubriéndote a ti misma, no puedo hablar de mí sin pensar y hablar de ti. Al cumplir dos meses de nuestro, tan bello y sincero amor, no se me ocurre nada tan simple y hermoso, par ponerle un calificativo a nuestra relación, que una palabra esa palabra es tu nombre, que pronunciado en labios de quien te ama da a entender la bondad que existe la bondad en este mundo. A veces cuando la tristeza encoge mi cuerpo y mi mente se ofusca con cualquier problema, la intensidad de tu amor y la nobleza de tu corazón me devuelven la paz, la fe y en esos momentos comprendo que existes en mí como existe una parte de Dios. Perdóname si alguna vez mis palabras ofenden tu delicadeza, perdóname si tus lágrimas han corrido por tu rostro, perdóname si al besarte te lastimo, perdóname si al amarte no comprendo que eres diferente, que eres única, perdóname si al mimarte no te mimo lo suficiente. Lo que pasa es que al amarte, mi juventud, mi alma, todo lo que soy y todo aquello que no soy solo intentar amar y muchas veces me llevan a olvidar esos detalles tan hermosos tan pequeños que hacen del amor puro y bello. Querida, también quiero agradecerte por todo aquello que has revivido y por todo aquello que has creado. Por esa tonalidad que le has puesto a mi vida, por esa fuerza de querer ser que has trasmitido a mi existencia, te agradezco por enseñarme a dar, por despertar en mi buenos sentimientos, por darme razones para vivir, gracias mi amor, por ser lo que eres, gracias por dejarte amar y por amarme. Si al conocerme encuentras en mí mucha dureza, te pido que comprendas que la vida no ha sido blanda conmigo, que hay sufrimientos grabados en el alma, a veces la vida a sido un poquito ruda y ha dejado su huella....soy muy feliz y espero que tú también lo seas. Eres parte de mi todo y más que eso, te amo mucho."
Ahora ya no recuerdo su nombre, pero eso ya no importa, por lo menos he sentido una gran tranquilidad al saber que alguna vez, hace mucho tiempo, tuve la capacidad de amar y la voluntad de dejarme amar. ¡Qué ridiculez!
Diciembre 30. Hoy ha sido un día de mierda. Rompí las pocas cosas que quedaban en mi departamento, por inútiles por cierto, me estorbaban como me estorban las paredes de este mundo. Es un mal hábito destruir cosas, pero peor es construirlas. Quise destruir mi memoria pero fue inútil. Este día tomé la decisión de destruirme por dentro poco a poco, embriagándome en el cuerpo de alguien que no existe, en mi propia conciencia. Otro amén... un paréntesis que contiene podredumbre.
A las diez de la mañana me declaré completamente humano y comencé a masturbarme pensando en los elefantes que habitan en mí. Este momento son las once y media de la noche y todavía no paro de hacerlo, es terrible pero esos animales son muchos. Cuando termine seguramente voy a dormir, por supuesto, pensando en la forma menos dolorosa de matarlos de una vez por todas.
Diciembre 31. No existe.
Enero 1 de otro año. Feliz año nuevo. Hoy descubrí que mi cerebro se ha embarazado de un cisticerco, probablemente en pocos meses me sentiré muy feliz de ser madre por primera vez. De hoy en adelante no seré el mismo imbécil. Seré un imbécil aburrido para siempre. Vaya consuelo.